VATICANO - El Papa Benedicto XVI en el Ángelus espera que se despierte “en todos los bautizados la conciencia de ser misioneros de Cristo llamados a preparar el camino con las palabras y con el testimonio de la vida” y anuncia su partida para un período de descanso en montaña

lunes, 9 julio 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El envío por parte de Jesús a los setenta y dos discípulos a las aldeas donde pensaba dirigirse para que preparasen el ambiente, es narrado por San Lucas en el Evangelio del XIV domingo del tiempo Ordinario: este texto ha ofrecido al Santo Padre, Benedicto XVI, la ocasión de detenerse sobre el tema de la misión antes de rezar la oración del Ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el domingo 8 de julio.
San Lucas “subraya que la misión no está reservada solamente a los doce Apóstoles sino que se extiende a otros discípulos” subrayó el Papa. “Hay trabajo para todos en la viña del Señor. Pero Cristo no se limita a enviar: Él también da a los misioneros claras y precisas reglas de comportamiento - prosiguió Benedicto XVI”. Ante todo les envía «de dos en dos», para que se ayuden recíprocamente y den testimonio de amor fraterno. Les advierte de que serán «como ovejas en medio de lobos»: así que tendrán que ser pacíficos, a pesar de todo, y llevar a cada situación un mensaje de paz; no llevarán consigo ni vestidos ni dinero, para vivir de lo que la Providencia les ofrezca; atenderán a los enfermos, como signo de la misericordia de Dios; de donde sean rechazados, se marcharán, limitándose a alertar sobre la responsabilidad de rechazar el Reino de Dios. San Lucas pone de relieve el entusiasmo de los discípulos por los buenos frutos de la misión, y registra esta bella expresión de Jesús: «No os alegréis de que los demonios se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos» (Lc 10,20). Este Evangelio despierta en todos los bautizados la conciencia de ser misioneros de Cristo, llamados a prepararle el camino con las palabras y con el testimonio de la vida”.
El Santo Padre anunció su partida para Lorenzago de Cadore, donde seré huésped del obispo de Treviso en la casa que acogió al venerado Juan Pablo II. “El aire de montaña me hará bien - dijo el Papa - y podré dedicarme más libremente a la reflexión y a la oración. Deseo a todos, especialmente al que sienta mayor necesidad de ello, que podáis tener un poco de vacación, para revigorizar las energías físicas y espirituales y recuperar un saludable contacto con la naturaleza. La montaña, en particular, evoca el ascenso del espíritu hacia lo alto, la elevación hacia la «alta medida» de nuestra humanidad, que lamentablemente la vida cotidiana tiende a abajar”.
En este contexto, Benedicto XVI recordó la quinta peregrinación de los jóvenes a la Cruz del Adamello, desarrollado en estos días y renovó la invitación a todos los jóvenes italianos para la cita los días 1 y 2 de septiembre a Loreto. “Que la Virgen María nos proteja siempre, tanto en la misión como en el justo descanso, a fin de que podamos cumplir nuestro compromiso con alegría y con fruto en la viña del Señor”, concluyó el Papa antes de recitar el Ángelus. (S.L.) (Agencia Fides 9/7/2007; Líneas: 36 Palabras: 552)


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