VATICANO - San Basilio” fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada puesta en Cristo, un hombre del amor por el prójimo. Lleno de la esperanza y de la alegría de la fe, Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos”: catequesis del Santo Padre en la Audiencia General

jueves, 5 julio 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - También esta semana, miércoles 4 de julio, la Audiencia General del miércoles se desarrolló en dos momentos, para acoger a los numerosos peregrinos llegados a Roma. En la Basílica Vaticana, saludando los grupos provenientes de diversas regiones, el Papa Benedicto XVI dijo en italiano: “La visita a la tumba de los Apóstoles, refuerza vuestra fe. Exhorto a cada uno de vosotros a comprender y acoger siempre más el amor de Dios, principio y motivo de nuestra verdadera alegría. Sobre todo a las personas más débiles y necesitadas tenemos que testimoniar este amor que cambia la vida. No se olviden que cada uno de vosotros, difundiendo la caridad divina, ayuda a construir un mundo más justo y solidario”.
En el Aula Pablo VI, el Santo Padre tuvo la catequesis sobre los Padres Apostólicos, deteniéndose esta semana sobre la figura de San Basilio. Definido por los textos litúrgicos bizantinos un “luminar de la Iglesia”, Basilio “fue un grande Obispo del siglo IV, a quien mira con admiración ya sea la Iglesia de Oriente como la de Occidente por la santidad de la vida, por la excelencia de la doctrina y por la síntesis armónica de dotes especulativas y prácticas” dijo el Papa. Nace alrededor del año 330 en una familia de profunda fe, estudió con los mejores maestros de Atenas y de Constantinopla. Insatisfecho de sus sucesos mundanos, fue atraído por Cristo, y comenzó a mirar hacia Él y a escuchar sólo a Él. “Con determinación se dedicó a la vida monástica en la oración, en la meditación de las Sagradas Escrituras y de los escritos de los Padres de la Iglesia, y en el ejercicio de la Caridad… Seguidamente fue ordenado sacerdote y en fin, en el 370, Obispo de Cesarea de Capadocia, en la actual Turquía”.
El Papa recordó que Basilio “desarrolló una intensa actividad pastoral, teológica y literaria”, y supo unir con equilibrio el servicio a las almas y la dedicación a la oración y a la meditación en la soledad. Favoreció la fundación de muchas “fraternidades” o comunidades de cristianos consagrados a Dios, que visitaba frecuentemente y exhortaba a vivir y a progresar en la perfección. “En realidad, san Basilio creó un monaquismo muy particular: no cerrado a las comunidad de la Iglesia local, sino más abierta - subrayó Benedicto XVI -. Sus monjes formaban parte de la Iglesia local, eran su núcleo animador que, precediendo a los demás fieles en el seguimiento de Cristo y no sólo de la fe, mostraba su firme adhesión a él, el amor por él, sobre todo en las obras de caridad. Estos monjes, que tenían escuelas y hospitales, estaban al servicio de los pobres y de este modo mostraron la vida cristiana de una manera completa.
Ejercitando el ministerio de Pastor de una vasta Diócesis, “Basilio se preocupó constantemente por las difíciles condiciones materiales en las que vivían los fieles; denunció con firmeza el mal; se comprometió con los pobres y los marginados; intervino ante los gobernantes para aliviar los sufrimientos de la población, sobre todo en momentos de calamidad; veló por la libertad de la Iglesia, enfrentándose a los poderosos para defender el derecho de profesar la verdadera fe. Dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados, una especie de ciudad de la misericordia, que tomó su nombre Basiliade. En ella hunden sus raíces los modernos hospitales para la atención de los enfermos”. Fue también un sabio “reformador litúrgico”: nos dejó una gran oración eucarística que toma su hombre, transmitió una disposición fundamental a la oración y a la salmodia, por su impulso el pueblo amó y conoció los Salmos. “Y así vemos como liturgia, adoración, oración, van juntos con caridad y se condicionan recíprocamente” evidenció el Papa.
Con celo y coraje Basilio supo oponerse a los heréticos y a aquello que no aceptaban la divinidad del Espíritu Santo, por esto se lo recuerda también como uno de los grandes Padres que formularon la doctrina sobre la Trinidad. Se comprometió asimismo a recomponer las divisiones del interior de la Iglesia. “En el 379 Basilio, que aún no había cumplido 50 años, consumado por las fatigas y la ascesis, regresó a Dios” concluyó el Santo Padre- . Él fue un hombre que vivió verdaderamente con la mirada fija en Cristo, un hombre del amor hacia el prójimo. Lleno de esperanza y de la alegría de la fe, Basilio nos muestra cómo ser realmente cristianos”. (S.L.) (Agencia Fides 5/7/2007 - Líneas: 53 Palabras: 793 )


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