AMERICA/COLOMBIA - “Existe un vínculo especial entre el Obispo y la Vida Religiosa ya que los dos han sido llamados a mostrar la vida cristiana en su forma más perfecta”: inicio de la Asamblea Plenaria de los Obispos colombianos sobre la vida consagrada

martes, 3 julio 2007

Bogotá (Agencia Fides) - Con el discurso de apertura de Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja y Presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, comenzó ayer la Asamblea Plenaria de los Obispos de Colombia que tratará sobre la vida consagrada, como don de Dios para la Iglesia particular (Ver Fides 27/6/2007). El Presidente de la Conferencia Episcopal destacó en su discurso el “vínculo especial entre el Obispo y la Vida Religiosa ya que los dos han sido llamados a la misma misión, como es mostrar la vida cristiana en su forma más perfecta”, misión y comunión que “es hoy más necesaria que nunca”. Por ello, considera muy oportuna y provechosa esta Asamblea no solo para los consagrados sino también para los Obispos presentes.
Mons. Castro Quiroga ha realizado un análisis de algunos de los aspectos positivos así como de los principales problemas y desafíos que se plantean en el país partiendo de las conclusiones de la V Conferencia General de Aparecida. Entre los aspectos positivos destacan la constatación de los grandes valores de nuestra Iglesia Católica en el continente americano como son El amor a Jesucristo y la devoción a la Virgen María dentro de una rica y profunda religiosidad popular, la abnegada labor de misioneros, los esfuerzos de renovación de las parroquias, valoración de los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, el fortalecimiento de regímenes democrático.
Sin embargo, junto a estos avances no faltan algunas alarmas como son: cierto debilitamiento de la vida cristiana en la sociedad y de la pertenencia a la Iglesia, debilitamiento de la transmisión de la fe en la familia, una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones, un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión, una globalización sin solidaridad que afecta negativamente a los sectores más pobres, una educación de baja calidad que deja a los jóvenes por debajo de los niveles de competitividad y que junto con las crisis por las que atraviesa la familia hoy en día, les producen profundas carencias afectivas y conflictos emocionales, una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario de líderes católicos de fuerte personalidad, coherentes con su fe.
Mons. Luis Augusto señalo también algunos desafíos urgentes en el país como son la necesidad de contrarrestar la anticultura de la muerte con la cultura cristiana de la solidaridad, revitalizar nuestro modo de ser católico, una atención especial a la promoción vocacional, rescatar la identidad católica de nuestros centros educativos por medio de un impulso misionero valiente y audaz , asumir la preocupación por la familia, como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia, garantizar la efectiva presencia de la mujer en los ministerios que en la Iglesia son confiados a los laicos.
A continuación el Presidente de la Conferencia Episcopal habló sobre el proceso de paz, pues “la paz no es un elemento opcional dentro de la vida cristiana... corresponde a las inclinaciones más sagradas de todo ser humano y del pueblo colombiano”. En este sentido destacó el trabajo que “silenciosamente adelantan sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos en todos los rincones del país asumiendo día a día el acompañamiento de sus comunidades en medio de la confrontación armada”. Destacó igualmente tres momentos importantes y determinantes del avance en los incipientes procesos de paz, en los que la Conferencia Episcopal Colombiana, ha intervenido de modo directo. Pide a continuación que todo el país “pueda vivir una experiencia pedagógica y espiritual de purificación y de cambios de criterio” que le lleve a elegir el camino honesto aunque sea más largo difícil y lento en vez del atajo ilícito, rápido y cómodo y entre por el camino de la verdad, único que conduce a la paz. Manifiesta a continuación su solidaridad con todos los desplazados del país que constituyen una tragedia nacional y con “los colombianos que han debido dejar el país para proteger sus vidas de amenazas reales y cuyo regreso esperamos sea muy pronto”. Concluye su alocución deseando que comience una nueva etapa de comunión entre la Vida Consagrada y la Vida Episcopal. (RG) (Agencia Fides 3/7/2007 Líneas: 51 Palabras: 720)


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