VATICANO - “En la profesión de Pedro podemos sentirnos y ser todos una sola cosa, a pesar de las divisiones que en el curso de los siglos desgajaron la unidad de la Iglesia con consecuencias que duran hasta hoy”: el Papa en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

sábado, 30 junio 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) _ “La fiesta de hoy me ofrece la oportunidad de volver una vez más a meditar sobre la confesión de Pedro, momento decisivo del camino de los discípulos con Jesús... inseparable del encargo pastoral a él confiado en relación al rebaño de Cristo” dijo el Santo Padre en la homilía pronunciada el viernes 29 de junio, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. El Papa presidió en la Basílica Vaticana la Concelebración de la Eucaristía con 46 Arzobispos Metropolitanos a los cuales impuso el Palio tomado de la Confesión de San Pedro. Otros 5 prelados recibirán el Palio en sus respectivas Sedes Metropolitanas. En esta ocasión, como de costumbre, estaba presente en la Santa Misa en San Pedro una Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
“Según todos los Evangelistas - dijo el Santo Padre -, la confesión de Simón se produjo en un momento decisivo de la vida de Jesús, cuando, después de la predicación en Galilea, Él se dirige firmemente hacia Jerusalén para cumplir, con su muerte y resurrección, su misión salvífica. Los discípulos están implicados en esta decisión: Jesús les invita a hacer una elección que los llevará a distinguirse de la muchedumbre para ser la comunidad de creyentes en Él, su “familia”, el inicio de la Iglesia”. De este modo, Benedicto XVI subrayó que, también en nuestros días, muchos se acercan a la persona de Jesús “por así decirlo, desde fuera”: Los grandes estudiosos reconocen su estatura espiritual y moral, su influencia en la historia de la humanidad, lo comparan a los grandes personajes de la historia y de las religiones... “Sin embargo, no llegan a reconocerlo en su unicidad... Con frecuencia Jesús es también considerado como uno de los grandes fundadores de religiones, de la que cada uno puede tomar algo para formarse su propia convicción. Hoy, como entonces, también la "gente" tiene opiniones diferentes sobre Jesús. Y hoy como entonces, también a nosotros, discípulos de hoy, Jesús nos repite su pregunta: 'Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
Centrándose particularmente sobre el texto de Mateo, leído en la liturgia de hoy, el Santo Padre evidenció que “la tarea confiada por el Señor a Pedro está radicada en la relación personal que Jesús histórico tuvo con el pescador Simón, desde su primer encuentro con él... A Pedro luego le confió una tarea particular, reconociendo en él un especial don de fe por parte del Padre celestial... El paralelismo entre Pedro y Pablo es sugestivo, pero no puede mermar la importancia del camino histórico de Simón con su Maestro y Señor, que desde el inicio le atribuyó la característica de “roca” sobre la cual habría edificado su nueva comunidad, la Iglesia. En los Evangelios sipnóticos la confesión de Pedro está siempre seguida por el anuncio por parte de Jesús de su próxima pasión. Un anuncio de frente al cual Pedro se echa para atrás, porque aún no llegaba a entender. Y, sin embargo, se trata de un elemento fundamental, sobre el cual Cristo insistió con fuerza... Estos textos dicen claramente que la integridad de la fe cristiana está en la confesión de Pedro, iluminada por la enseñanza de Jesús en su “camino” hacia la gloria, es decir, sobre su modo absolutamente particular de ser el Mesías y el Hijo de Dios... También hoy, como en los tiempos de Jesús, no es suficiente poseer la justa confesión de fe: es siempre necesario de nuevo aprender del Señor el modo propio en el cual Él es el Salvador y el camino en la cual tenemos que seguirlo. De hecho, tenemos que reconocer que, también para el creyente, la Cruz es siempre dura de aceptar. El instinto empuja a evitarla, y el tentador lleva a pensar que es sabio preocuparse para salvarse a sí mismo en vez de perder la propia vida por la fidelidad al amor”.
Pero, ¿a la gente a quien Jesús hablaba qué era lo que le costaba tanto aceptar? y, ¿qué es lo que aún hoy continúa siendo difícil?. El Santo Padre respondió: “Lo que es difícil aceptar es el hecho de que Él pretenda no sólo ser uno de los profetas, sino más bien el Hijo de Dios, y reclame para sí la misma autoridad de Dios”. A los mismos discípulos que lo seguían les costaba entender esta realidad: “la fe de los discípulos tuvo que adecuarse progresivamente. Ésta se nos presenta como un peregrinaje que tiene su momento genuino en la experiencia de Jesús histórico, encuentra su fundamento en el misterio pascual, pero luego tiene que continuar gracias a la acción del Espíritu Santo. Ésta fue también la fe de la Iglesia en el curso de la historia, es nuestra misma fe, la fe de los cristianos de hoy”. En este contexto el Papa concluyó: “En la profesión de fe de Pedro, queridos hermanos y hermanas, podemos sentirnos y ser todos una sola cosa, a pesar de las divisiones que en el curso de los siglos han rasgado la unidad de la Iglesia con consecuencias que aún perduran. En nombre de Pedro y Pablo, renovamos hoy, junto a nuestros Hermanos que vinieron de Constantinopla, y a quienes agradezco nuevamente su presencia, el compromiso de acoger hasta lo último el deseo de Cristo, que nos quiere plenamente unidos. (S.L.) (Agencia Fides 30/6/2007 - Líneas: 60 Palabras: 937)


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