VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Asís - “Asís nos dice que la fidelidad a la propia convicción religiosa, la fidelidad sobre todo a Cristo crucificado y resucitado no se expresa en violencia e intolerancia, sino en el sincero respeto hacia el otro, en el diálogo, en un anuncio que llama a la libertad y a la razón, en el compromiso por la paz y por la reconciliación”

lunes, 18 junio 2007

Asís (Agencia Fides) - El domingo 17 de junio el Santo Padre Benedicto XVI visitó la Basílica de Asís, con ocasión del Octavo Centenario de la Conversión de San Francisco de Asís. El Papa llegó al campo de deportes de Rivotorto en helicóptero, donde fue recibido por las autoridades religiosas y civiles y realizó una breve visita al Santuario de Rivotorto, en donde San Francisco vivió con los primeros hermanos alrededor de dos años. Luego se dirigió el Santuario de San Damián, donde San Francisco oyó las palabras del Crucifijo que lo invita a reparar la Casa en ruina. Por último el Papa se trasladó a la Basílica de Santa Clara, en donde se reunió con la comunidad de las Clarisas. A las 10, el Papa presidió la Celebración Eucarística en la Plaza Inferior de San Francisco de Asís.
“Hoy, aquí, todo habla de conversión”, dijo el Papa en la homilía, “hablar de conversión, significa ir al corazón del mensaje cristiano y a la raíz de la existencia humana”. La Palabra de Dios proclamada en la liturgia del domingo presentaba sobre todo la figura del rey David, “llegado al ápice de su fortuna política, pero también caído en el nivel más bajo de su vida moral”, enceguecido por su pasión por Betsabé, que arranca a su esposo para quien ordena su asesinato. “El hombre es la imagen de Dios y es objeto de su amor; es miseria porque puede utilizar mal su libertad que es su gran privilegio, terminando por ponerse en contra de su Creador”. Intensamente golpeado por el veredicto de Dios pronunciado a su respecto por Natán, el rey David se arrepiente sinceramente abriéndose a la misericordia e inicia el camino de la conversión.
También Francisco se ubica en el mismo camino quien, en su testamento, habla de sus primeros veinticinco años como de un tiempo en el cual “estaba en el pecado”. Más allá de las manifestaciones específicas, pecado, era una manera de concebir y organizar una vida centrada en sí mismo, siguiendo vanos sueños de gloria terrena”, subrayó el Santo Padre. “La conversión lo llevó a ejercitar misericordia y a recibir misericordia... Convertirse al amor, es pasar de la amargura a la “dulzura”, de la tristeza a la verdadera alegría. El hombre, es verdaderamente sí mismo, y se realiza plenamente, en la medida en que vive con Dios y de Dios, reconociéndolo y amándolo en los hermanos.
El apóstol Pablo, otro grande convertido, es el autor de la Carta a los Gálatas de la cual la liturgia del día ha propuesto un pasaje: “Pablo había entendido que en Cristo se cumple toda la ley y quien se adhiere a Cristo se une a Él, cumple la ley - explicó Benedicto XVI. Llevar a Cristo, y con Cristo al único Dios, a toda la gente, se convirtió en su misión... Hablando de su ser crucificado con Cristo, San Pablo no sólo se refiere a su nuevo nacimiento en el bautismo, sino a toda su vida dedicada al servicio de Cristo... En la controversia sobre el modo recto de ver y de vivir el Evangelio, al final no son los argumentos de nuestro pensamiento los que deciden; decide la realidad de la vida, la comunión vivida y sufrida con Jesús, no solamente en las ideas o en las palabras, sino en lo profundo de la existencia, implicando también el cuerpo, la carne. Los moratones recibidos en una larga historia de pasión son el testimonio de una presencia de la cruz de Jesús en el cuerpo de San Pablo, son sus estigmas.
A continuación, el pasaje del Evangelio del domingo, tomado del Evangelio de Lucas, “nos explica el dinamismo de una auténtica conversión, mostrándonos como ejemplo el modelo de la mujer pecadora rescatada por el amor”. Jesús trata con mucha ternura a esta mujer, “explotada por tantos, y juzgada por muchos”, sin, por esto, poner entre paréntesis la ley moral. “Para Jesús, el bien es el bien, el mal es el mal. La misericordia no cambia las características del pecado, pero lo quema con un fuego de amor. Este efecto purificante y sanador se realiza si hay en el hombre una correspondencia de amor, que implica el reconocimiento de la ley de Dios, el arrepentimiento sincero, el propósito de una nueva vida. A la mujer pecadora del Evangelio se le perdonó mucho, porque amó mucho. En Jesús, Dios vino a donarnos amor y a pedirnos amor.
La vida de Francisco convertido, prosiguió el Papa, fue un gran acto de amor. “Y esta, su conversión a Cristo, hasta el deseo de ‘transformarse’ en Él, volviéndose su imagen, la que explica su típica vivencia, en virtud de la cual él aparece actual también en relación a los grandes temas de nuestro tiempo, como lo son la búsqueda de la paz, el respeto de la naturaleza, la promoción del diálogo entre los hombres. Francisco es un verdadero maestro en estas cosas. Pero lo es desde Cristo”.
Al final, el Papa Benedicto XVI, recordó el primer encuentro de oración por la paz, querido por Juan Pablo II en Asís en 1986, que reunió a representantes de confesiones cristinas y distintas religiones del mundo. “La elección de celebrar aquel encuentro en Asís, venía justamente del testimonio de Francisco como un hombre de paz, explicó el Papa -. Asimismo, la luz del “Poverello de Asís” sobre aquella iniciativa era una garantía de autenticidad cristiana, porque su vida y su mensaje se apoyan visiblemente en la elección de Cristo, rechazando a priori cualquier tentación de indiferencia religiosa, que no tiene nada que ver con el auténtico diálogo interreligioso. El “espíritu de Asís”, que desde ese acontecimiento continúa difundiéndose por el mundo, se opone al espíritu de violencia, al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Asís nos dice que la fidelidad a la propia convicción religiosa, la fidelidad sobre todo a Cristo crucificado y resucitado no se expresa en violencia e intolerancia, sino en el sincero respeto del otro, en el diálogo, en un anuncio que exhorta a la libertad y a la razón, en el compromiso por la paz y por la reconciliación”. (Agencia Fides 18/06/2007; Líneas: 69 Palabras: 1085)


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