Junio: "Para que la Iglesia, mediante su presencia y su amor, testimonie en África del Norte el amor de Dios hacia todas las personas y todos los pueblos." Comentario a la intención misionera indicada por el Santo Padre a cargo del P. Vito del Prete, PIME, Secretario General de la Pontificia Unión Misionera (PUM)

martes, 29 mayo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - A las Iglesias presentes en los numerosos países que forman la macro región del Norte de África se les pide dar testimonio de que Dios es amor, y que como Padre, cuida de todos sus hijos, especialmente de los más pobres y los que sufren. Es una tarea bastante difícil en esta parte del planeta dónde se dan tantas guerras, terrorismo, hambre, emigraciones de masa, discriminaciones y enfermedades endémicas y que difícilmente consiguen dar razón de un Dios que cuida de sus hijos, quienes no perderán ni un solo cabello de la cabeza sin que lo quiera el Padre que está en los cielos.
Algunos países del Norte África, como Argelia, Sudán, y en algunos casos Egipto y Marruecos, son presa de un enfrentamiento entre diferentes partes de la población, por motivos culturales y religiosos. En Argelia no acaba nunca la no declarada guerra civil que continua provocando millares de víctimas. El Darfur en Sudán constituye al presente uno de esos lugares donde la humanidad se embrutece y es humillada hasta lo inverosímil por causas religiosas y económicas. Sin hablar de las guerras que afligen países como Etiopía y Eritrea, desde hace años campo libre de los señores de la guerra.
En otros países se expande de manera exponencial la pobreza, causada por los sistemas corruptos de gobierno, las enfermedades endémicas, entre ellas el SIDA, que causa graves estragos a las ya débiles economías locales y amenaza la supervivencia misma de la población.
Se intenta buscar r la solución a estos males en una vuelta a un islamismo puro, a veces con la imposición de la sharia a toda la población, incluso a miembros pertenecientes a las religiones tradicionales o al cristianismo. Casi todos los países del Norte de África sufren un resurgir del fundamentalismo religioso, que es fuente y causa a su vez de guerras y discriminaciones. Tenemos en aquellos países mártires musulmanes, es decir aquellos a quienes se niegan aceptar esta teoría y práctica del Islam. Tenemos los mártires cristianos como los siete monjes trapenses contemplativos asesinados en Argelia, exclusivamente por su presencia.
Las Iglesias del Norte África se encuentran en las mismas condiciones y tienen la misma misión que las primeras comunidades cristianas esparcidas en el imperio Romano. Minorías minúsculas, indefensas, no raramente discriminadas y a quienes se impiden sus expresiones religiosas. Estas tienen la misión de anunciar a aquéllos pueblos que Dios es amor, y que la comunidad humana que Dios quiere, se debe basar en la ley del amor, que implica justicia y reconocimiento de la libertad de todo hombre y mujer.
Este anuncio, labor principal de su actividad de evangelización, sólo es posible con una presencia fecunda, silenciosa, de oración, de contemplación, de sufrimiento. Es el modelo de evangelización inaugurado por el beato Charles de Foucauld, quien pasó años en Tamanrasset, en la soledad del desierto, hecha fecunda por la contemplación del Dios presente en el misterio eucarístico.
Es esa vía de evangelización que se funda en la espera de los tiempos que Dios ha reservado por cada pueblo, pero que se realiza por medio de una acción de amor, de respeto, de hospitalidad, de donación, de atención a los más pobres y a los que sufren. Hasta llegar a la entrega de la propia vida. Es el misterio del Dios amor que están llamadas a encarnar las Iglesias de allí y a hacer operante frente a una imagen de Dios, que exalta predominantemente su justicia.
La oración de la Iglesia universal debe elevarse constantemente hacia Dios, para que las Iglesias del Norte de África, plenas de la fuerza del Espíritu Santo, sean signos transparentes y eficaces de ese Dios que no dudó a entregar a su propio Hijo a la muerte por la salvación de todos sus hijos que se estaban perdidos, lejos de Él. (P. Vito Del Prete, PIME) (Agencia Fides 29/5/2007, Líneas: 49 Palabras: 695)


Compartir: