AMERICA - V Conferencia General de Aparecida - “Lo importante es que Aparecida dé un nuevo impulso a la evangelización y haga que la luz del Evangelio penetre profundamente en los corazones, en las estructuras, en la vida de los latinoamericanos”: entrevista a Su Exc. Mons. Cipriano Calderón Polo, Vicepresidente emérito de la Pontificia Comisión para América Latina

martes, 29 mayo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Su Exc. Mons. Cirpriano Calderón Polo, ha estado siempre fascinado, desde que era joven sacerdote, de la vitalidad católica, la lozanía y la potencialidad pastoral de las Iglesias que están en América Latina. A la vez ha profundizado los estudios, establecido contactos y mantenido relaciones, ha visitado casi todas las naciones latinoamericanas. Ha escrito para un periódico católico de Madrid una serie de 20 artículos sobre la sobre la situación religioso-social de las naciones iberoamericanas. En 1968 puso en marcha la Edición de Lengua Española de L’Osservatore Romano, proyectándolo sobre todo hacia las Iglesias de América Latina. Desde 1988 hasta el 2003, ha cubierto el cargo de vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Ha participado en tres Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y del Caribe y en la Asamblea especial para el Sínodo de los Obispos para América en 1997. Por su profundo conocimiento sobre la realidad latinoamericana la Agencia Fides le ha dirigido algunas preguntas.

Vd. ha participado en tres conferencias Generales Latinoamericanas: ¿cuáles son sus recuerdos, sus impresiones y como cree que hayan incidido en la vida del continente?
Yo estuve en la Conferencia de Medellín (1968) como sacerdote periodista. En la Conferencia de Puebla (1979) estuve como “perito”, nombrado por la Santa Sede y en la de Santo Domingo (1992) como miembro, en mi calidad de Obispo vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Yo he visto dichas Conferencias más bien como grandes “eventos evangelizadores”, que han marcado la trayectoria histórica de la Iglesia en el Continente. El impacto evangelizador que produjo la celebración de cada una de las Conferencias fue realmente muy relevante. La comunión eclesial suscitada entre los Pastores reunidos y el dinamismo pastoral desencadenado en el pueblo de Dios, con la movilización de los fieles y de los agentes pastorales, durante el periodo preparatorio y el periodo postcelebrativo, tuvieron a mi modo de ver, más impacto que los mismo documentos producidos por las tres citadas Asambleas. Esto sin olvidar lo más incisivo, el momento culminante en cada una de ellas, que fue la presencia del Santo Padre en la inauguración de las mismas y el mensaje que desde ellas lanzó el Pastor Universal a todo el Continente: Pablo VI desde Bogotá el día 24 de agosto de 1968; Juan Pablo II desde Puebla de los Ángeles, México, el 28 de enero de 1979, y desde Santo Domingo el 12 de octubre de 1992. Se habla mucho de los documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo, pero se habla poco de los discursos inaugurales de los Papas, que constituyen auténticos textos programáticos para las Asambleas, para la vida eclesial y para las actividades evangelizadoras de aquellos tiempos y de los nuestros.

Se ha referido Vd. a los documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo. ¿Podría hacer una valoración de los mismos?
He leído muchas veces con atención y discernimiento los documentos conclusiones de Medellín. Los de Puebla y Santo Domingo no sólo los he estudiado a fondo, sino que también estuve de alguna manera implicado en la redacción o revisión de los mismos. Son ciertamente documentos muy importantes y muy orientadores. Sin embargo, matizando bien las cosas, no creo que se les pueda conceder el rango de “magisterio latinoamericano”, como alguien ha propuesto. Tenemos, sin embargo, un gran documento del Magisterio Pontificio que, con sus espléndidas orientaciones doctrinales y pastorales, es el “manual” para la vida eclesial y para la tarea evangelizadora en América Latina. Me refiero a la Exhortación Apostólica Postsinodal de Juan Pablo II “Ecclesia in Amerrica” (22 de enero de 1999), fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América Latina, celebrada en el Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997. Este documento todavía tiene que ser más estudiado, y más amplia y profundamente aplicado a la Iglesia de América Latina. Esperamos pueda seguir iluminando los caminos de la Evangelización de los pueblos del Continente.

¿Cuáles son las expectativas para la Iglesia latinoamericana de la Conferencia de Aparecida?
Lo importante es que Aparecida sea un evento evangelizador, que dé un nuevo impulso a la evangelización. Esta V Conferencia deberá centrar totalmente su atención en Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, único Salvador del mundo, estudiar las relaciones de Cristo con América en todos los ámbitos -humano, familiar, social, religioso-, para lograr que la luz del Evangelio penetre profundamente en los corazones, en las estructuras, en la vida de los latinoamericanos. Poner a todos, especialmente a los jóvenes, en marcha decidida hacia Cristo, hacia los nuevos cielos y la nueva tierra de que nos habla la Biblia. Marcha difícil, pero gozosa y esperanzadora. Nos acompaña y guía Benedicto XVI que, con su carisma especial de Maestro y Pastor, ilumina el camino con certeras orientaciones. Escuchar al Papa, aceptar gozosa y generosamente el programa que nos propone. (CN/RG) (Agencia Fides 29/5/2007 Líneas: 68 Palabras: 865)


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