VATICANO - En audiencia general, el Papa Benedicto XVI recordó los momentos de su viaje a Brasil: “un acto de alabanza a Dios por ‘las maravillas’ realizadas en los pueblos de América Latina, por la fe que animó su vida y su cultura durante más de quinientos años”

jueves, 24 mayo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - “En esta Audiencia general quisiera detenerme en el Viaje Apostólico que realicé al Brasil, del 9 al 14 de este mes. Después de dos años de Pontificado, he finalmente tenido el gusto de ir a América Latina, que tanto amo y donde vive, de hecho, una gran parte de los católicos del mundo”. Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI inició su discurso durante la Audiencia general del miércoles 23 de mayo, en la plaza de San Pedro. Después de haber evidenciado que la meta del viaje si bien fue Brasil, quiso “abrazar todo el gran subcontinente americano”, el Santo Padre expresó un profundo agradecimiento por la acogida a los Obispos, Autoridades civiles y al pueblo del Brasil.
Papa Benedicto XVI ilustró el significado de su visita al Brasil: “Mi viaje tuvo sobre todo el valor de un acto de alabanza a Dios por ‘las maravillas’ realizadas en los pueblos de América Latina, por la fe que animó su vida y su cultura durante más de quinientos años. En tal sentido, ha sido una peregrinación, que tuvo su culmen en el Santuario de la Virgen de Aparecida, Patrona principal del Brasil”. El Pontífice recordó también que la relación entre fe y cultura siempre estuvo presente en el pensamiento de sus predecesores, y prosiguió: “he querido retomarla confirmando a la Iglesia que está en América Latina y en el Caribe en el camino de una fe que se ha hecho y se hace historia vivida, piedad popular, arte, diálogo con las ricas tradiciones precolombianas y con las múltiples influencias europeas y de otros continentes. Ciertamente el recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de la evangelización del continente latinoamericano: no es posible, en efecto, olvidar los sufrimientos y las injusticias infligidas por los colonizadores a las poblaciones indígenas, frecuentemente ignoradas en sus derechos humanos fundamentales. Pero el deber de mencionar tales crímenes injustificables - crímenes que ya entonces fueron condenados por misioneros como Bartolomé de Las Casas y por teólogos como Francisco de Vittoria de la Universidad de Salamanca- no debe impedir el reconocer con gratitud la obra maravillosa realizada por la gracia divina entre aquellas poblaciones en el curso de estos siglos. El Evangelio se ha convertido en este Continente en el elemento que lleva una síntesis dinámica que, con varias facetas según las diversas naciones, expresa la identidad de los pueblos latinoamericanos. Hoy, en la época de la globalización, esta identidad católica se presenta todavía como la respuesta más adecuada, y debe ser animada por una seria formación espiritual y por los principio de la doctrina social de la Iglesia”.
El Brasil custodia valores cristianos profundamente enraizados, pero vive también enormes problemas sociales y económicos, recordó el Papa, poniendo a la luz la necesidad de movilizar todas las fuerzas espirituales y morales de la Iglesia para contribuir a su solución. Benedicto XVI recordó también su visita a la “Fazenda da Esperança”, comunidad de rehabilitación para jóvenes que quieren salir del mundo de la droga, en cuyo interior se encuentra un monasterio de Religiosas Clarisas: “Esto me pareció algo emblemático para el mundo de hoy, que necesita una ‘rehabilitación’ ciertamente psicológica y social, y más aún profundamente espiritual”. Asimismo el Papa citó la canonización del primer Santo nativo del País: Fra Antonio de Santa Ana Galvão: “Su testimonio es una confirmación ulterior de que la santidad es la verdadera revolución, que puede promover la auténtica reforma de la Iglesia y de la sociedad”.
En la Catedral de San Paolo tuvo lugar el encuentro con los Obispos del Brasil, la Conferencia episcopal más numerosa del mundo: “He alentado a mis hermanos a llevar adelante y reforzar el compromiso de la nueva evangelización, exhortándolos a desarrollar en modo capilar y metódico, la difusión de la Palabra de Dios, para que la religiosidad innata y difundida de las poblaciones pueda ser profundizada y convertirse en fe madura, adhesión personal y comunitaria al Dios de Jesucristo”.
Otro momento particularmente significativo y recordado por el Santo Padre fue el encuentro con los jóvenes: “He invitado a los jóvenes a ser apóstoles de sus coetáneos; y por esto a cuidar siempre la formación humana y espiritual; a tener gran estima por el matrimonio y por el camino que conduce a este, en la castidad y en la responsabilidad; a también estar abiertos al llamado a la vida consagrada por el Reino de Dios. En síntesis, los he alentado a poner a dar fruto la gran ‘riqueza’ de su juventud, para ser el rostro joven de la Iglesia.”
Culmen del viaje fue la inauguración de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, sobre el tema “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida - Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. “Ser discípulos y misioneros -dijo el Papa durante la audiencia general- trae consigo un estrecho vincula con la Palabra de Dios, con la Eucaristía y los otros Sacramentos, vivir en la Iglesia en escucha obediente a sus enseñanzas. Renovar con alegría la voluntad para ser discípulos de Jesús, de “estar con Él”, es la condición fundamental para ser misioneros “partiendo desde Cristo”… Con mi Viaje apostólico, he querido exhortar a proseguir en este camino, ofreciendo una perspectiva unificadora, la de la Encíclica Deus Caritas est, una perspectiva inseparablemente teológica y social, que se puede resumir en esta expresión: es el amor el que dona la vida”. Finalmente Papa Benedicto XVI confió a la intercesión de la Virgen María, venerada con el título de Nuestra Señora de Guadalupe cual patrona de toda América Latina, y al nuevo santo brasilero, Fra Antonio de Santa Ana Galvão, “los frutos de este inolvidable Viaje apostólico”.
Al final de la audiencia, dirigiendo sus saludos a los peregrinos en diversas lenguas, el Papa Benedicto XVI recordó particularmente a los sacerdotes de los territorios de misión que estudian en Roma, en el Pontificio Colegio San Pablo Apóstol: “En particular, saludo a los sacerdotes del Colegio San Pablo que han terminado sus estudios en las diversas Universidades Pontificias de Roma. Queridos sacerdotes, al regresar a vuestros respectivos Países, den fruto a partir de la experiencia cultural, pastoral y de comunión sacerdotal que han madurado en estos años”.
Antes de la audiencia, el Santo Padre bendijo la estatua - situada en un nicho externo del ábside de la Basílica Vaticana - de San José Manyanet (1833-1901), fundador de las Congregaciones de los Hijos de la Sagrada Familia Jesús, María y José y de las Misionarias Hijas de la Sagrada Familia de Nazareth. (S.L.) (Agencia Fides 24/5/2007 - líneas 79, palabras 1151)


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