VATICANO - Benedicto XVI a los Obispos de Malí: “Hoy que el clero diocesano está llamado a desarrollar un rol más activo en la Evangelización en colaboración fraterna y confiada con los misioneros... es necesario que los sacerdotes vivan su identidad sacerdotal donándose completamente al Señor, por el servicio desinteresado a sus hermanos”

lunes, 21 mayo 2007

Castel Gandolfo (Agencia Fides) - “¡Vuestras Iglesias locales han de saber que tienen un lugar especial en el corazón y en la oración del Papa!” Con estas palabras el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a los Obispos de la Conferencia Episcopal de Malí, recibidos en visita Ad Limina Apostolorum el viernes 18 de mayo en la residencia pontificia de Castel Gandolfo. El Papa animó a los sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas y fieles laicos “a vivir con generosidad el Evangelio de Cristo que han recibido de sus padres en la fe”.
A sus “hermanos en el episcopado” Benedicto XVI los exhortó: “sed ardientes pastores que guíen al Pueblo de Dios como hombres de fe, con confianza y valentía, sabiendo estar cercanos a todos, para suscitar esperanza, incluso en las situaciones más difíciles”. En particular, los alentó a ser para cada uno de su sacerdotes “un padre, un hermano y un amigo”. Los sacerdotes ciertamente cooperan con generosidad en la misión apostólica del Obispo, “viviendo no pocas veces en situaciones humanas y espirituales difíciles. Hoy en día, en que el clero diocesano está llamado a desarrollar un rol más activo en la evangelización, en colaboración fraterna y confiada con los misioneros, a cuya valerosa acción rindo homenaje, es necesario que los sacerdotes vivan su identidad sacerdotal donándose completamente al Señor, para el servicio desinteresado a sus hermanos, sin perder el ánimo frente a dificultades que deben afrontar”. Los sacerdotes encontrarán la fuerza para desarrollar su ministerio en la vida de oración y en la vida sacramental, que para ellos representan “una auténtica prioridad pastoral, que los ayudará a responder con determinación al llamado a la santidad recibido del Señor y a la misión de guiar a los files por el mismo camino”. Citando su Encíclica Deus Caritas est, el Papa Benedicto XVI recordó que “quien reza no desperdicia su tiempo, incluso aunque la situación tenga todas las características de una emergencia y parece empujar únicamente a la acción” (n. 36).
Seguidamente, el Santo Padre evidenció la importancia de la formación de los sacerdotes, que “debe ser preparada con gran cuidado” y “no se puede limitar a la transmisión de nociones abstractas”. “Ella debe preparar a los candidatos al ministerio sacerdotal, y por ello debe estar efectivamente vinculada a la realidad de la misión en la vida presbiteral. La formación humana está en la base de la formación sacerdotal. Una atención particular para su efectiva madurez les permitirá dar una respuesta libre a la vida del celibato y de la castidad, don precioso de Dios, y tener en relación a ello una sólida consciencia durante toda su existencia”.
Rumbo a la segunda Asamblea especial del Sínodo de Obispos para el África, el Papa destacó la urgencia de que los fieles trabajen “al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz”; invitó así a los laicos a tomar consciencia “de su misión particular en el seno de la misión de la Iglesia” y a comprometerse en la edificación de una sociedad justa, solidaria y fraterna”. A este fin “es indispensable formar laicos competentes para servir al bien común”, en cuya base se coloca el conocimiento de la doctrina social de la Iglesia. El Pontífice recordó, pues, la contribución de la Iglesia y de los institutos religiosos en el campo educativo de las jóvenes generaciones, en la atención por los que sufren y en las obras de caridad. “Sin embargo —subrayó el Papa— estas obras deben ser realmente la expresión de la presencia amorosa de Dios entre las personas necesitadas”.
En la parte conclusiva de su discurso, el Santo Padre se detuvo en la pastoral del matrimonio: “cuando el número de matrimonios cristianos se ha ido debilitando, es deber de la Iglesia ayudar a los bautizados, en particular a los jóvenes, a comprender la belleza y la dignidad de este Sacramento en la existencia cristiana”. Finalmente, Benedicto XVI dio gracias al Señor “por los jóvenes que se deciden escuchar la llamada de Dios a servirlo en el sacerdocio o en la vida consagrada” y expresó su satisfacción al observar “que los fieles católicos en Malí mantienen relaciones cordiales con sus hermanos musulmanes. Es fundamental dedicar una justa atención a que se profundicen estos lazos, para de este modo favorecer la amistad y la colaboración fecunda entre cristianos y musulmanes. A este fin, es legítimo que la identidad propia de cada comunidad pueda expresarse visiblemente, en el respeto recíproco, reconociendo la diversidad religiosa de la comunidad nacional y favoreciendo una coexistencia pacífica en todos los niveles de la sociedad”. El Santo Padre concluyó su discurso alentando a los Obispos a continuar su misión al servicio del Evangelio de Cristo: “La esperanza cristiana que debe animaros es un sostén para la fe y un fermento para la caridad”. (S.L.) (Agencia Fides 21/5/2007; línea 57, palabras 846)


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