VATICANO - Papa Benedicto XVI en Brasil - Es la Virgen María que nos enseña a rezar. Es Ella que nos muestra el modo de abrir nuestras mentes y nuestros corazones al poder del Espíritu Santo, que viene para ser comunicado al mundo entero”

lunes, 14 mayo 2007

Aparecida (Agencia Fides) - “El Papa vino a Aparecida con viva alegría para deciros en primer lugar: ‘Permaneced en la escuela de María’. Inspiraos en sus enseñanzas. Procurad acoger y guardar dentro del corazón las luces que Ella, por mandato divino, os envía desde lo alto.” En su homilía, en el gran Santuario de Aparecida en Brasil, después del rezo del Santo Rosario el sábado 12 de mayo, el Santo Padre usó tonos intensos y palabras conmovedoras para orientar las mentes y los corazones de pastores y fieles hacia el misterio del Amor de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo nacido de María por obra del Espíritu Santo. Todo se dirige hacia el Señor; la Virgen María se encuentra en nuestro camino para llevarnos al Centro de nuestra fe que es Jesús colmo del Espíritu Santo. “Ella nos enseña a rezar. Es Ella que nos muestra el modo de abrir nuestras mentes y nuestros corazones al poder del Espíritu Santo, que viene para ser comunicado al mundo entero.” El Papa paragonó el rezo del Rosario en Aparecida al momento en que “los Apóstoles, juntamente con María, «subieron a la sala de encima» y allí «unidos por el mismo sentimiento, se entregaban asiduamente a la oración» (Hch 1,13-14)”. La fuerza de la oración, como nos recuerda constantemente el Santo Padre, es fundamental para el buen fin de toda obra apostólica. Así se comprende mejor porqué el Pastor universal quiso que la Sede para la V Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe fuera en Aparecida, en la “Casa de María”, donde hay mucha oración, como en todo Santuario mariano que reproduce la atmósfera del primer Cenáculo.
El Santo Padre alentó y bendijo a familias y Movimientos, las Asociaciones y nuevas realidades eclesiales, llamándolas “¡expresión viva de la perenne juventud de la Iglesia!” Tras agradecer por la calurosa acogida del pueblo brasilero, el Papa agradeció a los sacerdotes de América Latina y del Caribe y a los de todo el mundo, por su donación a Dios y el insustituible servicio a las almas, recordando que “El testimonio de un sacerdocio bien vivido dignifica a la Iglesia, suscita admiración en los fieles, es fuente de bendición para la Comunidad, es la mejor promoción vocacional, es la más auténtica invitación para que otros jóvenes también respondan positivamente a los llamados del Señor.” No faltó el agradecimiento a los diáconos y seminaristas, que ocupan en el corazón del Papa “un lugar especial”. A los “amadísimos Consagrados y Consagradas” les dijo que “sois una dádiva, un regalo, un don divino que la Iglesia recibió de su Señor”, recordando que “la vida religiosa en Brasil siempre fue destacada y tuvo un papel destacado en la obra de la evangelización, desde los primordios de la colonización.” Signo elocuente fue, el día 11 de mayo, la canonización de San Antonio de Santa Ana Galvao, presbítero y religioso franciscano, recordado por el Santo Padre como “primer Santo nacido en Brasil”. El Papa, citando también a otros ejemplos de consagrados y consagradas admirables, habló también a Santa Paulina, fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Inmaculada Concepción. El Santo Padre hizo un ardiente llamado a todos: “¡La Iglesia es nuestra Casa! ¡Esta es nuestra Casa! ¡Vale la pena ser fieles, vale la pena perseverar en la propia fe!” Llamando la atención de todos a la necesidad de una sólida formación, Benedicto XVI reafirmó, asimismo, el importante instrumento del “Catecismo de la Iglesia Católica” y de su “Compendio”. El Santo Padre se dirigió posteriormente a Nuestra Señora de la Concepción Aparecida con una oración que vale la pena citar integralmente: ““¡Madre nuestra, protege la familia brasileña y latinoamericana! Ampara, bajo tu manto protector a los hijos de esta Patria querida que nos acoge, Tú que eres la Abogada junto a tu Hijo Jesús, dale al Pueblo brasileño paz constante y prosperidad completa, Concede a nuestros hermanos de toda la geografía latinoamericana un verdadero fervor misionero irradiador de fe y de esperanza, Haz que tu clamor de Fátima por la conversión de los pecadores, sea realidad, y transforme la vida de nuestra sociedad, Y tú, que desde el Santuario de Guadalupe, intercedes por el pueblo del Continente de la esperanza, bendice sus tierras y sus hogares, Amén”. (LA) (Agencia Fides 14/5/2007 líneas: 50 palabras: 748)


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