VATICANO - El Papa Benedicto XVI en Brasil - “Recomenzar desde Cristo en todos los ámbitos de la misión. Redescubrir en Jesús el amor y la salvación que el Padre nos da, por el Espíritu Santo. Ésta es la sustancia, la raíz, de la misión episcopal”.

sábado, 12 mayo 2007

São Paulo (Agencia Fides) - En la celebración de las Vísperas en la “Catedral da Sé”, iglesia metropolitana de la Ciudad de São Paulo dedicada a Nuestra Señora de la Anunciación, en la tarde del viernes 11 de mayo, el Santo Padre Benedicto XVI tuvo un encuentro con más de 400 Obispos de Brasil. “Agradezco a Dios por haber permitido encontrarme con un Episcopado prestigioso, que está al frente de una de las más numerosas poblaciones católicas del mundo —afirmó el Papa al inicio de su homilía—. Yo os saludo con sentimientos de profunda comunión y de afecto sincero, conociendo bien la dedicación con que seguís las comunidades que os fueron confiadas.” Agradeció así a la nación brasileña por la hospitalidad ofrecida a los participantes de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, y por las oraciones que se han estado elevando por el éxito del encuentro de los pastores en Aparecida: “Es un gran evento eclesial que se sitúa en el ámbito del esfuerzo misionero que América Latina deberá proponerse, precisamente a partir de aquí, del suelo brasileño”.
Al comentar los versículos de la Carta a los Hebreos “y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen” (Hb 5,8-9), el Papa Benedicto XVI subrayó que Jesús mismo “nos enseña que la verdadera vía de salvación consiste en conformar nuestra voluntad a la voluntad de Dios. […] Yendo al encuentro de la voluntad de Dios, con Jesucristo, abrimos el mundo al reino de Dios”. La misión confiada a los Obispos consiste en recordar, como escribía el mismo Apóstol de Gentes, que nuestro Salvador “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Tm 2,4-6). “Ésta es la finalidad, y no otra, la finalidad de la Iglesia, la salvación de las almas, una a una. De aquí, el mandato de evangelizar. […] Donde Dios y su voluntad no son conocidos, donde no existe la fe en Jesucristo ni su presencia en las celebraciones sacramentales, falta lo esencial también para la solución de los urgentes problemas sociales y políticos”.
El Santo Padre ha recordado de este modo que los tiempos actuales resultan muy difíciles para la Iglesia: “La vida social está atravesando momentos de confusión desorientadora. Se ataca impunemente la santidad del matrimonio y de la familia, […] se justifican algunos crímenes contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual; se atenta contra la dignidad del ser humano; se extiende la herida del divorcio y de las uniones libres. […] En el seno de la Iglesia, cuando el valor del compromiso sacerdotal es cuestionado como entrega total a Dios a través del celibato apostólico y como disponibilidad total para servir a las almas.” El Papa Benedicto XVI ha exhortado a la fe, ya que “la Iglesia es santa e incorruptible” en su fundamento, que es Cristo mismo. Entre los mayores problemas que afectan a Brasil, el Papa citó la cuestión de los católicos que abandonan la vida eclesial, indicando como causa principal de ello, entre otras, “la falta de una evangelización en la que Cristo y su Iglesia estén en el centro de toda explicación”. Es necesario por ello promover “una evangelización metódica y capilar en vista de una adhesión personal y comunitaria a Cristo”. Se hace necesaria, “una misión evangelizadora que convoque todas las fuerzas vivas de este inmenso rebaño”.
“Si las personas encontradas están en una situación de pobreza, es necesario ayudarlas, como hacían las primeras comunidades cristianas, practicando la solidaridad, para que se sientan amadas de verdad —afirmó el Pontífice—. El pueblo pobre de las periferias urbanas o del campo necesita sentir la proximidad de la Iglesia, sea en el socorro de sus necesidades más urgentes, como también en la defensa de sus derechos y en la promoción común de una sociedad fundamentada en la justicia y en la paz. Los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”. Seguidamente, el Santo Padre puso en relieve la importancia de la vida sacramental, invitando a los Obispos a vigilar de manera particular el sacramento de la Penitencia, “para que la confesión y la absolución de los pecados sean, de modo ordinario, individual” y a “infundir en los sacerdotes la práctica de la generosa disponibilidad para atender a los fieles que recurren al Sacramento de la misericordia de Dios”.
“Recomenzar desde Cristo en todos los ámbitos de la misión. Redescubrir en Jesús el amor y la salvación que el Padre nos da, por el Espíritu Santo. Ésta es la substancia, la raíz, de la misión episcopal que hace del Obispo el primero responsable por la catequesis diocesana —continuó el Santo Padre Benedicto XVI—. En efecto, tiene la dirección superior de la catequesis, rodeándose de colaboradores competentes y merecedores de confianza”. La fe es un camino guiado por el Espíritu Santo, que se compendia en dos palabras: conversión y seguimiento […] En los tiempos actuales es urgente un conocimiento adecuado de la fe, tal como la sintetiza el Catecismo de la Iglesia Católica con su Compendio. También la educación a las virtudes personales y sociales del cristiano, así como también la educación a la responsabilidad social, forman parte esencial de la catequesis”.
“es necesaria una aplicación más correcta de los principios indicados por el Concilio Vaticano II en lo que respecta a la Liturgia de la Iglesia, incluyendo las disposiciones contenidas en el Directorio para los Obispos (cf. nn.145-151), con el propósito de devolver a la Liturgia su carácter sagrado”, afirmó el Papa, expresando al mismo tiempo la necesidad de realizar “un salto de calidad en la vivencia cristiana del pueblo, para que pueda testimoniar su fe de forma límpida y elucidada”. Luego, invitó a los Obispos a ser “portadores de eterna salvación para todos los que le obedecen (cf. Hb 5,10) […] fieles servidores de la Palabra, sin visiones reductivas y confusiones en la misión que nos es confiada. No basta observar la realidad desde la fe; es necesario trabajar con el Evangelio en las manos y fundamentados en la correcta herencia de la Tradición Apostólica, sin interpretaciones movidas por ideologías racionalistas”. Al Obispo compete también la importante tarea “conservar el depósito de la fe y de mantener su unidad”.
Entre otros temas relacionados a la misión del obispo tocados por el Papa durante su homilía está también el discernimiento de las vocaciones: “para saber complementar la dimensión espiritual, psico-afectiva, intelectual y pastoral en jóvenes maduros y disponibles al servicio de la Iglesia”, y la solicitud por las comunidades religiosas: “La Iglesia no puede sino manifestar alegría y aprecio por todo aquello que los Religiosos vienen realizando mediante Universidades, escuelas, hospitales y otras obras e instituciones”.
En relación al Ecumenismo el Santo Padre afirmó que en los tiempos actuales es “una tarea cada vez más urgente de la Iglesia católica”, y se vuelve al mismo tiempo “un trabajo complejo”. Y mencionó seguidamente que es necesaria “una buena formación histórica y doctrinal, que posibilite el necesario discernimiento y ayude a entender la identidad específica de cada una de las comunidades, los elementos que dividen y aquellos que ayudan en el camino de construcción de la unidad”. En la parte final de su homilía, el Pontífice recordó a los Obispos la responsabilidad de “trabajar incansablemente por la formación de los políticos, de los brasileños que tienen algún poder decisivo, grande o pequeño y, en general, de todos los miembros de la sociedad, de modo que asuman plenamente las propias responsabilidades y sepan dar un rostro humano y solidario a la economía”.
El Papa Benedicto XVI concluyó su discurso a los Obispos brasileños con un “afectuoso aliento que es, al mismo tiempo, una fraterna y sentida plegaria: para que procedáis y trabajéis siempre, como venís haciendo, en concordia, teniendo como vuestro fundamento una comunión que en la Eucaristía encuentra su momento culminante y su manantial inagotable”. (S.L.) (Agencia Fides 12/5/2007; líneas 92, palabras 1364)


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