VATICANO - Mensaje del Papa Benedicto XVI a la XIII Sesión Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales: “sólo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana”.

miércoles, 2 mayo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Son tres los desafíos específicos ante los que el mundo se encuentra hoy, indicados por el Santo Padre Benedicto XVI en su Mensaje a la XIII Sesión Plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales: ambiente y desarrollo sostenible, plena justicia, valores del espíritu. El Mensaje está dirigido a la Profesora Mary Ann Glendon, Presidenta de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, con ocasión de la XIII Sesión plenaria sobre el tema “Caridad y justicia en las relaciones entre Pueblos y Naciones”. El papa subraya que para la Iglesia “la búsqueda de la justicia y la promoción de la civilización del amor son aspectos esenciales de su misión al servicio del anuncio del Evangelio de Jesucristo”. Sin duda que “ la construcción de una sociedad justa es responsabilidad primaria del orden político” y esto requiere, “a todos los niveles, un ejercicio disciplinado de la razón práctica y un entrenamiento de la voluntad para poder discernir y satisfacer las demandas específicas de la justicia, en el pleno respeto del bien común y de la inalienable dignidad de toda persona”.
La Iglesia está convencida de la imposibilidad de separar justicia y caridad y su Magisterio, “que se dirige no sólo a los creyentes, sino también a todos los hombres de buena voluntad, hace referencia por tanto a la recta razón y a una sana comprensión de la naturaleza humana en el proponer principios capaces de guiar a los individuos y a las comunidades hacia la persecución de un orden social caracterizado por la justicia, la libertad, la solidaridad fraterna y la paz. En el centro de tal enseñanza... se encuentra el principio del destino universal de todos los bienes de la creación”. Por tanto, todo aquello que produce la tierra y todo aquello que el hombre transforma y confecciona “está destinado a servir al desarrollo material y espiritual de la familia humana y de todos sus miembros”. En la búsqueda de la justicia, la caridad desempeña un papel esencial, en cuanto que, como afirmó Juan Pablo II, la justicia por sí sola “es insuficiente para establecer relaciones verdaderamente humanas y fraternas en el interior de la sociedad”.
A continuación, el Papa Benedicto XVI indica tres desafíos específicos que debe afrontar el mundo. El primero se refiere al ambiente y un desarrollo sostenible, y para afrontarlo es necesario “una orientación interdisciplinar... una capacidad de evaluar y de prever, de dirigir las dinámicas del cambio ambiental y del desarrollo sostenible, de delinear y aplicar soluciones a nivel internacional. Se debe dedicar una particular atención al hecho de que los países más pobres son los que parecen destinados a pagar el preció más cosotoso por el deterioro ecologico”.
El segundo desafío lo constituye el hecho de que “a pesar del reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y en instrumentos legales, es preciso progresar más para conseguir que tal reconocimiento tenga consecuencias en los problemas globales, como el de la creciente diferencia entre los países ricos y los países pobres; la desigual distribución y asignación de los recursos naturales y de la riqueza producida por la actividad humana; la tragedia del hambre, de la sed y de la pobreza en un planeta en el cual hay abundancia de alimento, de agua y de prosperidad; los sufrimientos humanos de los refugiados y de los refugiados; las continuas hostilidades en muchas partes del mundo; la falta de una suficiente protección legal para los no nacidos; la explotación de niños; el tráfico internacional de seres humanos, de armas, de drogas; y otras numerosas y graves injusticias.”
Finalmente, el tercer desafío se refiere a los valores del espíritu que “se expanden y se multiplican cuando son comunicados... La globalización ha aumentado la interdependencia de los pueblos, con sus diferentes tradiciones, religiones y sistemas de educación. Esto significa que los pueblos del mundo, precisamente en virtud de sus diferencias, están continuamente aprendiendo, cada uno en consideración del otro y llegando a un contacto mucho más estrecho. Por tanto, es cada vez más importante la necesidad de un diálogo que pueda ayudar a las personas a comprender las propias tradiciones en el momento en el que entran en contacto con las de los otros, con el fin de desarrollar una mayor autoconciencia frente a los desafíos lanzados a la propia identidad, promoviendo así la comprensión y el reconocimiento de los verdaderos valores humanos en el interior de una perspectiva intercultural. Para afrontar positivamente tales desafíos es urgentemente necesaria una justa igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la educación y de la transmisión del conocimieno”.
El Santo Padre concluye su Mensaje recordando que “sólo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana. Sólo el amor en el interior de la familia, fundada sobre un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar esa solidaridad intergeneracional que transmite amor y justicia a las generqaciones futuras. Sólo la caridad puede impulsarnos a poner a la persona humana una vez más en el centro de la vida social y en el centro de un mundo globalizado, gobernado por la justicia”. (S.L.) (Agencia Fides 2/5/2007)


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