Instrumentum mensis Martii pro lectura Magisterii Summi Pontifici Benedicti XVI, pro evangelizatione in terris missionum

sábado, 14 abril 2007

Durante el mes de marzo se han presentado, entre otras, dos intervenciones particularmente importantes del Santo Padre Benedicto XVI: la publicación de la Exhortación apostólica postsinodal “Sacramentum Caritatis” sobre la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia, y el discurso a los participantes en el Congreso sobre “Los 50 años de los Tratados de Roma - Valores y perspectivas para la Europa del mañana”, promovido por la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE).
Con la Exhortación apostólica postsinodal, el largo y articulado itinerario de la XI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos (2-23 de octubre de 2005) “encuentra su fruto más maduro”, dijo el Card. Angelo Scola, Patriarca de Venecia, que fue Relator General en el Sínodo, presentando el documento. “Si por una parte la Exhortación Apostólica constituye el fruto maduro de un camino recorrido - continuó el Cardenal -, por otra se plantea explícitamente el objetivo de abrir el camino a ulteriores profundizaciones. Esta busca, en efecto, expresar algunas fundamentales líneas de compromiso, dirigidas a despertar en la Iglesia nuevos impulsos y fervor eucarístico”.
La exhortación está estructurada en tres partes, cada una de las cuales profundiza en una de las tres dimensiones de la Eucaristía: Eucaristía, misterio que se ha de creer; Eucaristía, misterio que se ha de celebrar: Eucaristía, misterio que se ha de vivir. Dichas partes “están ligadas de tal manera que sus contenidos se iluminan recíprocamente. Además una significativa ventaja del trabajo sinodal es precisamente la superación de dualismos - por ejemplo aquellos entre fe eucarística y ritual, entre celebración y adoración entre doctrina y pastoral - a veces todavía presentes en la vida de la comunidad eclesial y en la reflexión teológica”.
De gran consistencia fue asimismo el discurso dirigido por el Papa Benedicto XVI a la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea. El Santo Padre, además de recordar las raíces cristianas que han formado el continente europeo, explicó también cómo “una comunidad que se construye sin respetar la auténtica dignidad del ser humano, olvidando que cada persona está creada a imagen de Dios, acaba por no traer nada bueno”. Y continuó: “Por este motivo, cada vez es más indispensable que Europa evite esa actitud pragmática, hoy ampliamente difundida, que justifica sistemáticamente el compromiso sobre los valores humanos esenciales, como si se tratara de la inevitable aceptación de un presunto mal menor… Cuando en este pragmatismo se introducen tendencias laicistas o relativistas, se acaba por negar a los cristianos el derecho mismo a intervenir como cristianos en el debate público o, al menos, se descalifica su contribución con la acusación de que buscan defender injustificados privilegios. En el momento histórico actual y ante los muchos desafíos, la Unión Europea, si quiere garantizar adecuadamente el estado de derecho y promover eficazmente lo valores humanos, tiene que reconocer con claridad la existencia cierta de una naturaleza humana estable y permanente, fuente de derechos comunes para todos los individuos, incluidos los de aquellos que los niegan. En este contexto, hay que salvaguardar el derecho a la objeción de conciencia, cada vez que los derechos humanos fundamentales sean violados”.


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