ASIA/COREA DEL SUR - “Con ocasión de la Pascua volvamos a descubrir la cultura de la vida”, afirma la Conferencia Episcopal interviniendo en el debate público.

miércoles, 4 abril 2007

Seul (Agencia Fides) - Un enérgico llamado a respetar la cultura de la vida desde su concebimiento hasta su natural conclusión ha sido lanzado con ocasión de la Pascua del 2007 por los Obispos coreanos. El mensaje subraya que “la vida y la dignidad humana tienen que ser siempre respetadas, sin discriminación de sexo, raza, color, nacionalidad o edad”. “No podemos olvidar —se lee en el mensaje— que el embrión humano y el niño no nacido poseen innegablemente la vida humana”. El episcopado coreano es desde hace años un infatigable defensor de la vida y con frecuencia ha apelado a este valor fundamental en el ámbito del debate político y social.
El actual pronunciamiento comenta en concreto una propuesta para modificar un ley vigente llamada “Mother and Child Health Act” que afectaría cuestiones de salud reproductiva, regularía la práctica del control de los nacimientos y legalizaría el aborto y los experimentos con células estaminales de embriones humanos.
Los obispos recuerdan que dichos problemas han suscitado un amplio debate a nivel internacional y que los legisladores deberían eximirse de promover una cultura de muerte en nombre de la eficiencia económica y de las ganancias, violando la misma naturaleza del ser humano. “Corea debe hacer frente a uno de las índices de natalidad más bajos del mundo junto con un alto índice de abortos y de suicidios” hacen notar los obispos confirmando su firme oposición a ese tipo de legislación que “viola la dignidad humana”.
El documento recuerda que el embrión es, de modo incuestionable, un ser humano y pide al gobierno rechazar la investigación con embriones clonados y con células estaminales tomadas de embriones humanos y más bien promover la investigación con células estaminales adultas que ya ha dado buenos resultados.
En segundo lugar los obispos recuerdan que también la fecundación “in vitro” y la procreación artificial son prácticas éticamente inaceptables: “Un nuevo ser humano no puede ser producto artificial del hombre. Éste es siempre un don de Dios y el fruto de una unión y del amor conyugal”.
“Nuestra sociedad ha conocido un rápido crecimiento económico —concluye el texto— pero también un vuelco de valores que ha permitido que los valores materiales y económicos se pongan por encima de los valores espirituales y éticos. Un auténtico progreso es posibles sólo si está basado en valores espirituales y en la verdad”. (PA) (Agencia Fides 4/4/2007 líneas 31 palabras 411)


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