VATICANO - Concluye la fase diocesana de la Causa de Beatificación de Juan Pablo II; el Card. Ruini: “del contacto con Karol Wojtyła ha surgido y continúa surgiendo un río de estímulos para vivir el Evangelio”

martes, 3 abril 2007

Roma (Agencia Fides) - El lunes 2 de abril, a las 12, en la Basílica de San Juan de Letrán se realizó la sesión conclusiva de la investigación diocesana sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad del Siervo de Dios Juan Pablo II, primera etapa del proceso de canonización. El Cardenal Vicario Camillo Ruini, Presidente del Tribunal diocesano que ha examinado los documentos y los testimonios sobre la figura y la obra de Juan Pablo II, ha descrito algunas características de su figura espiritual. “Al inicio, al centro y al vértice de tal retrato - dijo el Card. Ruini - no puede no estar la relación personal de Karol Wojtyła con Dios: una relación que aparece ya fuerte, íntima y profunda en los años de su infancia y que luego no dejó de crecer, fortalecerse y producir frutos en todas las dimensiones de su vida… En la certeza de ser amado de Dios y en la alegría de corresponder a este amor Karol Wojtyła encontró el sentido, la unidad y el objetivo de su propia vida”.
Mirando a los varios aspectos en los que se expresaba su relación con Dios, el Card. Ruini subrayó “en primer lugar ese auténtico don y gusto y alegría de la oración, que Karol Wojtyła tuvo desde niño y al que permaneció siempre fiel, hasta la hora de su agonía”. Una oración que tenía dos dimensiones: la del tiempo reservado exclusivamente a la oración misma, así como la extraordinaria facilidad con que la unía al trabajo, “de modo que el trabajo mismo no sólo era ofrecido al Señor sino que estaba penetrado y atravesado por la oración… Habitaba asimismo su oración aquella marea de personas, de toda nación y condición, que a él se han dirigido para obtener la ayuda de Dios, la salud física o espiritual propia y de los cercanos”.
Un segundo componente ha sido la de la libertad, “una extraordinaria libertad interior, que se expresaba en muchas direcciones”, comenzando por la relación con los bienes materiales: “vivía pobremente, en modo espontáneo y sin esfuerzo, parecía no necesitar nada, estaba completamente desapegado del dinero y de las cosas”. Desapegado y libre también de sí mismo, no buscando su propio éxito o realización autónoma, y libre también respecto a los demás: “Estaba dispuesto a la escucha, así como a aceptar la crítica, amaba la colaboración y respetaba la libertad de sus colaboradores, pero luego sabía ser autónomo en las decisiones definitivas… Sus opciones, en efecto, no estaban nunca dictadas por otra urgencia fuera de la del Evangelio y el bien del hombre”.
Un hombre que amó a Dios con la intensidad de Juan Pablo II no podía no ser un testigo ejemplar de la dedicación a los hermanos. Desde la infancia “su vida verdaderamente rebosa de tales testimonios” subrayó el Card. Ruini: el auxilio material a los pobres y a los necesitados, la grande atención y premura por los enfermos, todas las demás formas de solicitud en favor de las diversas dificultades de la gente. “En realidad su corazón era para los pobres, los pequeños y cuantos sufren, y esto explica la profunda afinidad espiritual que él sentía con la Madre Teresa de Calcuta. Pero la misma caridad cristiana animaba Karol Wojtyła en el ofrecer a todos en primer lugar a Jesucristo, pan de la vida y Redentor del mundo”.
El Papa Juan Pablo II era un “comunicador espontáneo” del Evangelio, a todos y en toda circunstancia, subrayó también el Card. Ruini. “Lanzó el gran programa de la ‘nueva evangelización’ y se dedicó personalmente y en primer lugar a su realización, a través de continuos viajes misioneros. En particular buscó, sin cansarse nunca, dar una nueva linfa a la fe cristiana en Europa, cargada por la secularización y dejó salir de su corazón esa formidable ‘invención’ evangelizadora que son las Jornadas Mundiales de la Juventud, expresión universal de su amor de predilección por los jóvenes”.
La síntesis “de fe en Cristo y de amor y pasión por el hombre” ha movido Juan Pablo II a hacerse cargo de la defensa y de la promoción de la dignidad y derechos de los hombres y de los pueblos; se comprometió con fuerza en favor de la paz en el mundo y para que las religiones sean promotoras de paz y no de intolerancia y violencia; condujo la gran batalla por la vida humana, contra el aborto y toda otra negación de la misma, y por la familia. “En toda su obra de cristiano y de Pastor el amor por la Iglesia ha sido una dimensión esencial e ‘interna’ de su relación con Dios en Jesucristo… Sus viajes apostólicos, como las visitas a las parroquias romanas, han sido, inseparablemente, obra de evangelización y acto de amor y de servicio a la Iglesia que vive en las diversas partes del mundo”. El Card. Ruini recordó asimismo que “en la dedicación a la causa ecuménica, como en el pedido de perdón por los pecados de la Iglesia, se expresa aquella voluntad, mansa pero muy firme, de conformarse a Cristo, de seguirlo sólo a Él y de recorrer el ‘camino’ que es Cristo mismo”.
El último capítulo de su peregrinar terreno está vinculado al sufrimiento, presente en su vida desde la más tierna edad. “El Papa ha sufrido en la carne y ha sufrido en el espíritu, viéndose cada vez más obligado a reducir los compromisos vinculados a su misión… Él soportaba sin embargo la enfermedad y el dolor físico con grandes serenidad y paciencia, con auténtica virilidad cristiana, continuando tenazmente a cumplir lo más posible con las propias tareas, sin hacer pesar sobre los demás sus malos años… En realidad Karol Wojtyła había aprendido a dejar espacio al sufrimiento y a la cruz no sólo desde la propia experiencia de vida, sino también, y más profundamente, desde su misma espiritualidad, desde la relación personal entretejida con Dios”.
Al final el Card. Ruini agradeció a todos los que han trabajado para llevar a buen fin, en poco tiempo, “una empresa de tan grande portada”. “Pero me permito decir que ha sido también una empresa estimulante y entusiasmante - concluyó el Cardenal - porque desde el contacto con Karol Wojtyła ha surgido y continúa surgiendo un río de estímulos para vivir el Evangelio: en este sentido osaría afirmar que nuestro trabajo en estos veintiún meses ha sido incluso fácil, con la facilidad de las empresas que dan alegría”. (S.L.) (Agencia Fides 3/4/2007 - líneas 71, palabras 1.108)


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