AMERICA/COLOMBIA - Más que regular la eutanasia que el gobierno elabore una ley que busque la humanización del proceso de la muerte: petición de los Obispos porque “la vida no es negociable”

viernes, 30 marzo 2007

Bogotá (Agencia Fides) - La Conferencia Episcopal Colombiana ha reiterado su posición de defensa de la vida y de rechazo de la eutanasia en el Congreso de la República, ante el trámite de un proyecto de ley que busca regular la practica de la eutanasia, pidiendo a los legisladores la debida protección a los pacientes mediante leyes que fomenten una medicina paliativa y que “más que regular la muerte digna con el perverso sentido que adquirió este término los animamos a la elaboración de una ley que busque la humanización del proceso de la muerte con todo un conjunto de medios y atenciones”. En el documento presentado en una de las Comisiones del Congreso, firmado por Mons. Fabián Marulanda López, Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana, se afirma que cuando en una sociedad “prevalece la tendencia a apreciar la vida sólo en la medida en que da placer y bienestar, el sufrimiento aparece como una amenaza insoportable, de la que es preciso librarse a toda costa” y en este contexto “es cada vez más fuerte la tentación a la eutanasia, esto es, adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado”. Este hecho es considerado como “uno de los síntomas más alarmantes de la «cultura de la muerte», que avanza sobre todo en las sociedades del bienestar, caracterizadas por una mentalidad eficientista que presenta el creciente número de personas ancianas y debilitadas como algo demasiado gravoso e insoportable”.
El documento presenta a continuación algunas aclaraciones sobre la doctrina de la Iglesia en esta materia distinguiéndolo del “ensañamiento terapéutico”, recordando que si bien existe la obligación moral de curarse y hacerse curar, esta obligación se debe valorar según las situaciones concretas, es decir, “cuando la muerte se prevé inminente e inevitable, se puede en conciencia renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al enfermo en casos similares”. Así mismo se afirma que es licito suprimir el dolor por medio de narcóticos aun cuando tenga como consecuencia abreviar la vida del enfermo.
Hechas estas aclaraciones se debe pues afirmar que “la eutanasia, aunque no esté motivada por el rechazo egoísta de hacerse cargo de la existencia del que sufre, debe considerarse como una falsa piedad, más aún, como una preocupante «perversión» de la misma”. Con ella “la vida del más débil queda en manos del más fuerte, se pierde el sentido de la justicia en la sociedad y se mina en su misma raíz la confianza recíproca, fundamento de toda relación auténtica entre las personas”.
“La vida no es negociable - concluye el comunicado - Si la libertad, el honor, la educación, etc. son bienes irrenunciables, con más razón todavía lo es la vida, raíz primordial de todos esos bienes y primero y fundamental de todos los derechos”. (RG) (Agencia Fides 30/3/2007 Líneas: 36 Palabras: 503)


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