VATICANO - Benedicto XVI dedica su catequesis a las enseñanzas de San Ireneo de Lyon: “Todas las Iglesias deben estar de acuerdo con la Iglesia de Roma, reconociendo en esta la medida de la verdadera tradición apostólica, de la única fe común de la Iglesia”

jueves, 29 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Sobre la figura de San Ireneo, Obispo de Lyon, “personalidad eminente... sobre todo hombre de fe y Pastor”, meditó el Papa Benedicto XVI en su catequesis durante la audiencia general del miércoles 28 de marzo. Nació muy probablemente en Smirna (actualmente Izmir, en Turquía) hacia el 135- 140, se movilizó a Galia durante el periodo de los primeros desarrollos de la comunidad cristiana de Lyon. Ireneo fue enviado a Roma con una carta de su comunidad al Papa Eleuterio. De este modo Ireneo no estuvo presente cuando tuvo lugar la persecución de Marco Aurelio, en la cual murieron al menos cuarenta y ocho mártires, entre ellos el mismo Obispo de Lyon, Potino. Cuando regresó a Lyon, fue elegido Obispo, cargo que concluyó probablemente con su martirio alrededor del 202-203.
El Santo Padre destacó como Ireneo “tenía el sentido de la prudencia, la riqueza de la doctrina, el ardor misionero. Como escritor, siguió un doble fin: defender la verdadera doctrina de los asaltos de los heréticos, y exponer con claridad la verdad de la fe… Radicándose firmemente en la doctrina bíblica de la creación, Ireneo refuta el dualismo y el pesimismo gnóstico que menosprecian las realidades corpóreas. Él reivindica decididamente la original santidad de la materia, del cuerpo, de la carne, no menos que del espíritu. Pero su obra va mucho más allá de la confutación de la herejía: en efecto se puede decir que él se presenta como el primer gran teólogo de la Iglesia, que ha creado la teología sistemática; él mismo habla del sistema de la teología, es decir, de la coherencia interna de toda la fe. Al centro de su doctrina esta la cuestión de la “regla de la fe” y de su transmisión. Para Ireneo, la “regla de la fe” coincide en la práctica con el Credo de los Apóstoles, y nos da la clave para interpretar el Evangelio, para interpretar el Credo a la luz del Evangelio. El símbolo apostólico, que es una suerte de síntesis del Evangelio, nos ayuda a entender que quiere decir, como debemos leer el mismo Evangelio”.
El Santo Padre puso en evidencia que según Ireneo “la verdadera enseñanza no es aquella inventada por los intelectuales más allá de la fe simple de la Iglesia. El verdadero Evangelio es aquel impartido por Obispos que lo han recibido por una cadena ininterrumpida de los Apóstoles. Estos no han enseñado otra cosa que esta fe simple, que es también la verdadera profundidad de la revelación de Dios… La fe públicamente confesada por la Iglesia es la fe común de todos. Solo esta fe es apostólica, viene de los Apóstoles, es decir de Jesús y de Dios. Adhiriéndose a esta fe, transmitida públicamente de los Apóstoles a sus sucesores, los cristianos deben observar cuanto dicen los Obispos, deben considerar especialmente la enseñanza de la Iglesia de Roma, preeminente y antiquísima. Esta Iglesia, a causa de su antigüedad, tiene la mayor apostolicidad, pues trae sus orígenes de las columnas del Colegio apostólico, Pedro y Pablo. Todas las Iglesias deben estar de acuerdo con la Iglesia de Roma, reconociendo en esta la medida de la verdadera tradición apostólica, de la única fe común de la Iglesia.”
Según Ireneo, el genuino concepto de Tradición apostólica se puede resumir en tres puntos: a) la Tradición apostólica es “pública”, no privada o secreta. “Para Ireneo no hay duda alguna que el contenido de la fe transmitido por la Iglesia es el recibido por los Apóstoles y por Jesús, el Hijo de Dios. No existe otra enseñanza que esta”. b) La Tradición apostólica es “única” en sus contenidos fundamentales, y porque es única, “crea unidad a través de los pueblos, las culturas diversas, los pueblos diversos; es un contenido común como la verdad, no obstante la diversidad de las lenguas y de las culturas”. c) La Tradición apostólica es “pneumática”, es decir espiritual, guiada por el Espíritu Santo. “No se trata de una transmisión confiada a la habilidad de hombres más o menos doctos, sino al Espíritu de Dios, que garantiza la fidelidad de la transmisión de la fe. Es esta la “vida” de la Iglesia, aquello que la hace siempre más fresca y joven, fecunda de múltiples carismas”.
El Papa concluyó recordando que para Ireneo, “la fe de la Iglesia es transmitida en modo tal que sea la que debe ser, es decir “pública”, “única”, “pneumática”, “espiritual”... en la doctrina de Ireneo la dignidad del hombre, cuerpo y alma, está firmemente enraizada en la creación divina, en la imagen de Cristo y en la obra permanente de santificación del Espíritu. Tal doctrina es como una “vía maestra” para aclarar a las personas de buena voluntad el objeto y los confines del dialogo sobre los valores, y para dar nueva fuerza a la acción misionera de la Iglesia, a la fuerza de la verdad que es la fuente de todos los verdaderos valores del mundo.” (S.L.) (Agencia Fides 29/3/2007 - líneas 52 palabras 820)


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