VATICANO - "No se puede pensar en edificar una auténtica ‘casa común’, descuidando la identidad propia de los pueblos … constituida por un conjunto de valores universales, que el cristianismo ha contribuido a forjar": el Papa a los participantes en el Congreso promovido por la COMECE

lunes, 26 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - "No se puede pensar en edificar una auténtica ‘casa común’, descuidando la identidad propia de los pueblos de nuestro continente. Se trata, de hecho, de una identidad histórica, cultural y moral, antes que geográfica, económica o política; una identidad constituida por un conjunto de valores universales, que el cristianismo ha contribuido a forjar, desempeñando de este modo un papel no sólo histórico, sino de fundamento para Europa. Estos valores, que constituyen el alma del continente, tienen que permanecer en la Europa del tercer milenio como ‘fermento’ de civilización" Lo ha recordado el Santo Padre Benedicto XVI a los participantes ene l Congreso "Los 50 años de los Tratados de Roma - Valores y perspectivas para la Europa de mañana", promovido por la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), recibidos en audiencia el sábado 24 de marzo. “Si, con motivo del quincuagésimo aniversario de los Tratados de Roma, los gobiernos de la Unión desean ‘acercarse’ a sus ciudadanos- ha continuado el Papa -, ¿cómo podrían excluir un elemento esencial de la identidad europea, como es el cristianismo, en el que una amplia mayoría de ellos sigue identificándose? ¿No es motivo de sorpresa el que la Europa de hoy, mientras quiere presentarse como una comunidad de valores, conteste cada vez más el hecho de que haya valores universales y absolutos? Esta singular forma de «apostasía» de sí misma, antes aún que de Dios, ¿no le lleva quizás a dudar de su misma identidad?”
Recorriendo el largo camino del Continente en los últimos cincuenta años, el Papa Benedicto XVI ha recordado en particular "la reconciliación de los dos 'pulmones' - el Oriente y el Occidente - ligados por una historia común" y "la exigencia de establecer un sano equilibrio entre la dimensión económica y la social". "Desde el punto de vista demográfico, hay que constatar por desgracia que Europa parece que ha emprendido un camino que podría llevarla al fin de su historia. Además de poner en peligro su crecimiento económico, puede causar también enormes dificultades a la cohesión social y, sobre todo, favorecer un peligroso individualismo, que no tiene en cuenta las consecuencias para el futuro". El Papa además ha puesto en evidencia que "la solidaridad la solidaridad encuentra dificultades, no sólo en el ámbito internacional sino también en el propiamente nacional”.
"Una comunidad que se construye sin respetar la auténtica dignidad del ser humano, olvidando que cada persona está creada a imagen de Dios, acaba por no traer nada bueno.- ha continuado el Pontífice -. Por este motivo, cada vez es más indispensable que Europa evite esa actitud pragmática, hoy ampliamente difundida, que justifica sistemáticamente el compromiso sobre los valores humanos esenciales, como si se tratara de la inevitable aceptación de un presunto mal menor.… Cuando en este pragmatismo se introducen tendencias laicistas o relativistas, se acaba por negar a los cristianos el derecho mismo a intervenir como cristianos en el debate público o, al menos, se descalifica su contribución con la acusación de que buscan defender injustificados privilegios. En el momento histórico actual y ante los muchos desafíos, la Unión Europea, si quiere garantizar adecuadamente el estado de derecho y promover eficazmente lo valores humanos, tiene que reconocer con claridad la existencia cierta de una naturaleza humana estable y permanente, fuente de derechos comunes para todos los individuos, incluidos los de aquellos que los niegan. En este contexto, hay que salvaguardar el derecho a la objeción de conciencia, cada vez que los derechos humanos fundamentales sean violados”.
Benedicto XVI ha manifestado ser consciente de lo difícil que es para los cristianos "defender infatigablemente esta verdad del hombre" y ha exhortado: “¡Nos tenéis que cansaros ni desalentaros! Sabéis que tenéis la tarea de contribuir en la construcción, con la ayuda de Dios, de una nueva Europa, realista pero no cínica, rica de ideales y libre de ilusiones ingenuas, inspirada en la perenne y vivificante verdad del Evangelio… Estoy seguro de que Dios no dejará de bendecir el esfuerzo generoso de quienes, con espíritu de servicio, trabajan por construir una casa común europea, en la que toda contribución cultural, social y política esté orientada al bien común". (S.L) (Agencia Fides 26/3/2007 - Líneas: 53 Palabras: 739)


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