VATICANO - LAS PALABRAS DE LA DOCTRINA de Don Nicola Bux y Don Salvatore Vitiello - No podemos ser "cristianos anónimos"

jueves, 15 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - A pesar de todas las "piadosas voluntades" de minimizar el fenómeno, es ya absolutamente inequívoco el cambio del clima cultural respecto a la Iglesia católica, también en Italia. Si bien con respecto al resto de Europa, sobre todo respecto a algunos países particularmente "protestantizados" o laicistas, Italia pudo ser considerada como una "isla feliz", hoy ya no es así. Aunque el fenómeno no afecta todavía a la mayoría de la población, si afecta sin embargo, con fuerza a una gran parte de cierto mundo intelectual. Este, adornándose con opacas medallas del modernismo, del progresismo y de la tolerancia, muestran con quién no está de acuerdo con su propia visión del mundo todo su rostro totalitario.
¿Cómo no volver con el pensamiento al escalofrío que recorrió la espalda de todos cuándo en la Santa Misa "Pro eligendo Romano Pontificie", el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, habló de la "dictadura del relativismo?” Efectivamente se trata de una verdadera "dictadura del pensamiento”, que cotidianamente por medio de periódicos, revistas, televisión, Internet y todos los medios de comunicación, ataca frontalmente a la Iglesia católica, a sus máximos representantes, a su mismo fundador y, con ellos, la ley natural inscrita en el orden de las cosas. El fenómeno, que parte de estrechas elites intelectuales y de poder, tiene una repercusión en la opinión pública por medio de una infinita serie de mediaciones que con la elaboración de eslóganes superficiales transmiten mentiras que buscan suscitar una genérica, superficial e inmotivada aversión a la Iglesia y al Hecho cristiano.
Creer que todo esto sea casual es muy ingenuo. Como demuestra la historia, la persecución incluso violenta contra la Iglesia ha venido siempre precedida de períodos de preparación ideológica de la opinión pública. En una época en que no parece lícito "hablar contra alguien", quienquiera se siente legitimado a atacar, denigrar y ofender a la Iglesia, a Jesucristo y a los Cristianos.
Emergen, en este momento, algunas instancias de las que es necesario tomar acto con urgencia. La primera es la necesidad de una toma de conciencia por parte de todos los Católicos de la gravedad del momento, por medio del necesario esfuerzo de "despertarse del sueño" del ingenuo optimismo sobre el mundo y sobre el hombre. Una segunda urgencia está en la elaboración de la teología del martirio, de la que ya hemos hablado (ver Fides 8/3/2007), único verdadero contexto en el que se puede leer la historia misma del Cristianismo. Por último, aparece evidente como la situación cultural puede sustentar y ayudar a esa toma de conciencia y a ese "sí" explícito a Cristo que debe caracterizar siempre a todos los fieles: ya no es posible ser "cristianos anónimos", es decir invisibles, insignificantes, incapaces de dar razones de la propia fe y luego pretender el pleno respeto de la autoridad civil, de la cultura y de la información.
Ello es la condición indispensable de la paz y de la convivencia civil y sería la señal, suficiente de una auténtica civilización que progresa, madura, abierta y "tolerante". Paradójicamente la fórmula rahneriana (cristianos anónimos) que concernía al problema de la salvación de los no bautizados, repercute en una parte no indiferente de Cristianos "adultos", los cuales, víctimas del preconcebido racionalista y de una existencia individualista, resultan en los hechos, incapaces de "ampliar la razón", separándose de esa adhesión sencilla y cordial a Cristo y a la Iglesia, por la que en Corinto los fieles fueron llamados por primera vez "Cristianos". (Agencia Fides 15/3/2007; Líneas: 43 Palabras: 597)


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