VATICANO - "Cristo invita a responder al mal con un serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida … Efectivamente, las personas y las sociedades que viven sin ponerse en discusión tienen como único destino final la ruina": Benedicto XVI en el ángelus

lunes, 12 marzo 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - El tema de la conversión ha sido al centro del discurso pronunciado por el Papa Benedicto XVI antes de recitar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el domingo 11 de marzo. Inspirándose en el Evangelio de Lucas proclamado en el tercer domingo de Cuaresma, y recordando la invitación de Jesús: “No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo” (13,3.5), el Santo Padre ha evidenciado que el punto al que Jesús quiere llevar a sus oyentes es "a la necesidad de conversión."
“No la presenta en términos moralistas, sino realistas, como única respuesta adecuada a sucesos que ponen en crisis las certezas humanas”, ha continuado Benedicto XVI, recordando que frente a ciertas desgracias como las narradas en el Evangelio, "la verdadera sabiduría es dejarse interpelar por la precariedad de la existencia y asumir una actitud de responsabilidad: hacer penitencia y mejorar nuestra vida. Esta es la sabiduría, esta es la respuesta más eficaz al mal, a todos los niveles, interpersonal, social e internacional". Cristo invita por lo tanto a responder al mal con un serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida. "Efectivamente, las personas y las sociedades que viven sin ponerse en discusión tienen como único destino final la ruina. La conversión, por el contrario, a pesar de que no preserva de los problemas y adversidades, permite afrontarlos de ‘manera’ diferente.... En definitiva: la conversión vence al mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias".
Por último, el Papa ha pedido la intercesión de Maria Santísima, para que en el itinerario cuaresmal, "ayude a cada cristiano a redescubrir la grandeza, diría incluso la belleza de la conversión. Que nos ayude a comprender que hacer penitencia y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino más eficaz para mejorarnos tanto a nosotros mismos como a la sociedad". (S.L) (Agencia Fides 12/3/2007; Líneas: 27 Palabras: 377)


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