INTENCIÓN MISIONERA - Marzo: "Para que los responsables de las Iglesias Jóvenes se preocupen de la formación de los catequistas, los animadores y los laicos entregados al servicio del Evangelio” Comentario de la intención misionera indicada por el Santo Padre a cargo de Mons. Jerry Bitoon, Oficial de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

sábado, 24 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - Es realmente importante para nosotros tener presentes las condiciones y las necesidades de las jóvenes Iglesias en todo el mundo, especialmente en los países de misión. Cuando hablamos de jóvenes Iglesias en los territorios de misión, nos referimos a las diócesis o vicariatos apostólicos de reciente creación y a otras realidades similares o bien a lugares en los que la evangelización todavía se encuentra en una fase incipiente. Pensemos, por ejemplo, en las jóvenes Iglesias en los países de la Asia central como Mongolia, Nepal, Bhután; en el Medio Oriente como Arabia Saudita, Irán, Irak; o el interior de África, de Sudamérica, del sudeste Asia, de Oceanía o del subcontinente indiano.
En todos estos lugares, hay una gran escasez de sacerdotes locales, a veces una ausencia total. Es triste observar que, en todos estos años, hemos asistido a un masivo y constante declino del número de misioneros procedentes de los países de Europa y Norteamérica, que tienen una fuerte tradición en el envío de misioneros. En algunas regiones, efectivamente, nos hay misioneros preparados por la evangelización, pero específicas leyes de algunas naciones o individuales Estados prohíben o hacen extremadamente difícil para los misioneros para entrar en aquellos países o desarrollar sus actividades de evangelización.
Esto es particularmente verdad en muchos Estados de India en este momento. Un factor que añade ulteriores dificultades a los misioneros cristianos para cumplir el mandato del Señor de predicar el Evangelio a todos, está en la resistencia, a veces violenta y que recurre incluso a amenazas de muerte, por parte de algunos fieles extremistas, fanáticos o fundamentalistas, pertenecientes a religiones locales o étnicas. ¡Realmente las jóvenes Iglesias son un terreno de cultivo para los mártires! Es allí, en efecto, donde ocurren las acciones más entusiastas y más provocadoras en términos de evangelización. Las jóvenes Iglesias están en primera línea en la evangelización.
Calienta el corazón saber que, precisamente en estas jóvenes Iglesias, el Señor de la gran mies llama a innumerables catequistas y animadores, especialmente animadores misioneros laicos, a colaborar activamente con la Iglesia local. Se han contado innumerables historias y testimonios de fe muy ilustrativos, que nos hablan de catequistas heroicos y animadores misioneros laicos en India, África, Asia sudeste, países árabes, pero también en las millares de islitas esparcidas por los vastos mares de Oceanía. Estos se presentan como indispensables ayudantes, colaboradores y protagonistas de la obra de evangelización en las Iglesias jóvenes. A veces, incluso es casi imposible pensar hoy en la evangelización en los países de misión sin tomar en consideración el papel de estos catequistas y animadores misioneros laicos.
¿En qué consiste la eficacia de estos catequistas y animadores misioneros laicos? ¿Cómo adquieren esa competencia? ¿Cuál es el secreto de su incansable dedicación a la evangelización? Los Obispos de las jóvenes Iglesias responden rápidamente que es la formación continua de estos catequistas y animadores no misioneros laicos el secreto escondido de su eficacia y dedicación al mandato de Cristo de proclamar su Buena Nueva a todos, a toda costa, ¡incluso a costa de la propia vida!
Aparece por lo tanto muy claro que nosotros, católicos de todo el mundo, debemos rezar para que los responsables de las jóvenes Iglesias puedan ser constantemente conscientes de la necesidad de formar bien a sus catequistas y animadores misioneros laicos. Pedimos al Señor de la gran mies que los Obispos de las Iglesias jóvenes, de modo particular, puedan siempre estar preparados y deseosos de invertir sus recursos humanos y financieros, aunque estos sean escasas, al servicio de la formación permanente de sus colaboradores laicos a la misión. (Agencia Fides 24/2/2007, Líneas: 50 Palabras: 655)


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