ASIA/COREA DEL SUR - “Hay una lógica que no considerando como valor en sí la vida de la persona, porque no responde a una visión en el que el bienestar material, la eficiencia, la productividad se convierten en ‘valores’ fundamentales de la existencia, abre el camino a leyes que favorecen la cultura de muerte”: el Cardenal Lozano Barragán a los fieles reunidos para la Jornada Mundial del Enfermo

martes, 13 febrero 2007

Seúl (Agencia Fides) - “La Conferencia Episcopal Coreana ha sugerido como tema de la Jornada el del cuidad de los enfermos que sufren de una enfermedad incurable. El Santo Padre Benedicto XVI aceptó benignamente este tema y nuestro objetivo, durante los tres días en los que se ha desarrollado la Jornada, ha sido el de reflexionar sobre la condición de estos enfermos y rezar por ellos. Hoy, en la solemne Celebración litúrgica, ofrecemos a Dios nuestro Padre todos los dolores y los sufrimientos de estos hermanos nuestros y los unimos a la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús”.
Con estas palabras el Cardenal Lozano Barragán, Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, se dirigió a los fieles en su Homilía de la Santa Misa celebrada el domingo 11 de febrero en Seúl con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo, delegado por el Santo Padre Benedicto XVI.
“El Santo Padre, - continúa el Cardenal - en Su Mensaje para esta Jornada, nos recuerda como la Iglesia mira a aquellos que sufren, especialmente a aquellos que por la pobreza sufren más, y llama la atención sobre los enfermos incurables, muchos de los cuales están muriendo por causa de enfermedades en fase terminal”.
“El Papa pide urgentemente una mejor asistencia para cuantos por causa de su pobreza no pueden contar con algún cuidado médico, y por cuantos están muriendo, recurriendo a la suministración de las curas paliativas para soportar las enfermedades incurables y enfrentar la muerte en modo digno. El Papa alaba a cuantos en la Iglesia, siguiendo el ejemplo del Buena Samaritano, sirven a estos enfermos y los alienta a seguir adelante. La Iglesia, prestando asistencia al lado de los enfermos incurables, a través de sus sacerdotes y de sus colaboradores pastorales, hace presente la amorosa misericordia de Cristo hacia quien sufre”.
Al inicio de Su Mensaje el Santo Padre afirma que “la vida humana, con todo, tiene sus límites intrínsecos, y, antes o después, termina con la muerte. Esta es una experiencia a la que está llamado todo ser humano y para la que debe estar preparado”. “Para nosotros cristianos - añadió Barragán - la muerte representa la última etapa de la vida terrena y el ingreso en la vida eterna, llena de amor y de alegría”.
El Cardenal concluyó su Homilía afirmando que “nuestro mundo está herido físicamente, pero también espiritualmente, y tantas enfermedades psíquicas, en particular pensamos en la depresión, tan difundida en el mundo de hoy, frecuentemente tienen como origen la falta de esperanza”. Pidió “a nuestra Madre, María, de velar sobre todos los enfermos incurables e interceder, en modo especial por aquello que tienen necesidad de la luz y de la ternura que sólo el Señor puede dar”. (AP) (13/2/2007 Agencia Fides)


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