VATICANO - El Santo Padre a los enfermos reunidos en la Basílica Vaticana: “Que nunca nadie, especialmente quien se encuentra en condiciones de sufrimiento, se sienta solo y abandonado”

lunes, 12 febrero 2007

Ciudad del Vaticano (Agencia Fides) - En la tarde del domingo 11 de febrero, Memoria de la Virgen de Lourdes, el Card. Camillo Ruini, Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma, celebró en la Basílica Vaticana la Santa Misa para los enfermos de la Unitalsi y los peregrinos de la Opera Romana Pellegrinaggi, con ocasión de la XV Jornada Mundial del Enfermo, que este año tiene por tema: “El cuidado pastoral y espiritual de los enfermos con enfermedades incurables”. Terminada la Celebración Eucarística, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigió a la Basílica para bendecir a los enfermos y dirigirles un breve discurso antes de participar en la procesión mariana.
Tras haber saludado a los presentes, el Santo Padre se dirigió a los enfermos, a sus familiares y a los voluntarios, invitándolos a unirse junto con él “con aquellos que este mismo día participan en la Jornada Mundial del Enfermo que se realiza en la ciudad de Seúl, en Corea”. Recordando la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y las apariciones de la Virgen a una simple joven como Santa Bernardetta Soubirous, el Papa resaltó que “los pequeños, los pobres, son los predilectos de Dios y a ellos les es revelado el misterio del Reino de los cielos”. Prosiguió diciendo: “María, que con su fe ha acompañado al Hijo hasta la cruz, que fue asociada por un designio misterioso a los sufrimientos de Cristo, su Hijo, jamás se cansa de exhortarnos a vivir y a compartir con serena confianza la experiencia del dolor y de la enfermedad, ofreciéndola con fe al Padre, completando así aquello que falta a los sufrimientos de Cristo en nuestra carne”.
Anticipando la procesión que cada año hace revivir en la Basílica Vaticana el clima que se crea entre peregrinos y devotos en Lourdes, el Papa dijo a los enfermos: “El cirio, que tenéis encendido entre las manos, sea también para vosotros, queridos hermanos y hermanas, el signo de un sincero deseo de caminar con Jesús, fulgor de la paz que esclarece las tinieblas y nos impulsa, a su vez, a ser luz y apoyo para quien vive a nuestro costado. Que nunca nadie, especialmente quien se encuentra en condiciones de sufrimiento, se sienta solo y abandonado. Os encomiendo a todos a la Virgen María. Ella, tras haber conocido indecibles sufrimientos, ha sido elevada al Cielo, donde nos espera y donde también nosotros esperamos poder compartir un día la gloria de su divino Hijo, la alegría sin fin”. (S.L.) (Agencia Fides 12/2/2007)


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