Por Stefano Lodigiani
Lahore (Agencia Fides) - “No necesitamos ni queremos una guerra civil. Los cristianos somos hombres de paz. No dejemos que el dolor nuble nuestra mirada: que sea siempre la mirada de Cristo y de su Evangelio. ¿Qué futuro queremos construir para Pakistán? Un futuro de armonía y reconciliación”. Estas son las palabras del Arzobispo de Lahore, Su Exc. Mons. Sebastian Shaw -reportadas por la Agencia Fides -, con las que se dirigió a la multitud de más de 10.000 fieles que estaban participando, el 17 de marzo de 2015, en el funeral de las víctimas del atentado contra la iglesia católica de San Juan y la iglesia protestante de Cristo en Youhanabad, un suburbio cristiano en la periferia de Lahore. El doble atentado, cometido el domingo 15 de marzo, causó 15 muertos y más de 80 heridos, algunos de los cuales fallecieron en los días sucesivos.
Entre las víctimas del atentado contra la iglesia de San Juan se encontraba un joven católico paquistaní, Akash Bashir, que el 31 de enero de 2022 se convirtió en el primer “Siervo de Dios” de la historia de la Iglesia de Pakistán. Este joven veinteañero formaba parte de los voluntarios encargados de velar por la seguridad de los fieles en el exterior de la iglesia, dada la situación extremadamente tensa y la sucesión de atentados y amenazas a las comunidades cristianas. Akash había asumido esta tarea con un gran sentido de la responsabilidad, y no dudó en sacrificar su vida para salvar la de cientos de personas que en ese momento rezaban en el interior de la iglesia: para detener a un terrorista suicida, murió con él.
Un gesto que no se puede atribuir ciertamente al impulso del momento, sino como fruto y expresión de una fe sencilla, madura y caracterizada por el testimonio, como subraya el padre Pierluigi Cameroni, SDB, Postulador General: “Akash vivía un compromiso concreto a partir de la fe para hacer crecer la paz, la convivencia, la justicia y la misericordia, y extender así el Reino de Dios en el mundo. En el silencio y el anonimato, vivió plenamente el Evangelio, afrontando el presente con entrega y generosidad”.
Akash, nació en Risalpur (Pakistán) el 22 de junio de 1994. Era un niño muy frágil que sobrevivió a duras penas a un clima desfavorable, a la pobreza de su familia y a una alimentación deficiente. Probablemente estos factores influyeron en su desarrollo: hasta los cuatro años no aprendió a andar y a hablar, y arrastró un problema de tartamudez hasta la preadolescencia. Pero en lugar de hundirle, estas dificultades contribuyeron a fortalecer su carácter. En Risalpur, Akash recibió los sacramentos del Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación en la iglesia de St. John. La proximidad de Risalpur con Afganistán y el aumento de los atentados terroristas en 2007 llevaron a los padres de Akash a emigrar al este de Pakistán, al Punjab, concretamente a Lahore, en el distrito de Youhanabad, cerca de la familia materna de Akash. Allí, el padre de Akash encontró trabajo como pintor y, en 2008, toda la familia consiguió reunirse en Lahore.
“En Lahore - explica el padre Cameroni, - Akash asistió durante un año a la St. Dominic High School, a partir del 25 de septiembre de 2008. Más tarde abandonó la escuela debido a su bajo rendimiento académico, y luego se matriculó en la RCCM - Community Boys Middle School - y finalmente, en septiembre de 2010, en el Centro Técnico y Juvenil Don Bosco, fundado en 2000 para acoger a los estudiantes rechazados por las escuelas tradicionales. Akash asistió al instituto hasta el 24 de febrero de 2011, cuando suspendió el examen de promoción. Los salesianos del distrito de Youhanabad dirigen un internado para niños y jóvenes, una escuela primaria, una escuela técnica, talleres para mujeres jóvenes y una escuela nocturna. Los salesianos fundaron su primera misión en Pakistán en la ciudad de Quetta en 1998, y otra en Lahore al año siguiente”.
De los testimonios recogidos para la causa de beatificación se desprende que Akash era un joven muy sencillo. Su padre lo recuerda como un hijo obediente, un humilde trabajador nacido y criado en una familia pobre, una persona paciente y, sobre todo, un joven con una fe sólida. Sus padres habían educado a Akash para llevar una vida sencilla y trabajadora, con honradez y respetando siempre a los demás.
Simpático y alegre, “hablaba siempre con un rostro sonriente” y estaba siempre dispuesto a ayudar. Así lo recuerdan también quienes lo conocían fuera del círculo familiar, como la Sra. Maryam Adrees, que fue su profesora en la clase VIII y su vecina: “Era un chico sencillo, caritativo e inocente. Era muy respetuoso con todo el mundo. Akash se preocupaba por las cosas que les pasaban a los demás. Siempre respetaba a los ancianos y a los niños pequeños. Cualquier trabajo que se le encomendaba, lo hacía con el corazón y el alma. Nunca fue injusto con nadie; al contrario, cuando se daba cuenta de que alguien estaba siendo maltratado, reaccionaba intentando hacer algo al respecto. Akash quería vivir su vida al servicio de su familia y de la sociedad. Ayudaba a los pobres y necesitados con lo que tenía”. El señor Naveed -un óptico musulmán al que Akash solía acudir con su abuela para que le arreglara las gafas-, también recuerda la preocupación de Akash por los pobres y los necesitados: “Siempre que veía a algún pobre, se entristecía; si no tenía nada que ofrecer o donar, rezaba por ellos. Aunque a veces tenía hambre, solía dar su comida a los demás”.
“La breve, pero profunda experiencia del espíritu salesiano y del Sistema Preventivo que lo anima - prosigue el Postulador - tuvo un efecto íntimo y profundo en la formación del joven Akash, que le llevó a un mayor conocimiento y a una amistad fortalecida con Cristo y María, cuya estatua está presente en una gruta en el patio de la iglesia parroquial de Youhanabad, St. John's Catholic Church: Akash solía detenerse ante ella en oración antes de entrar en servicio. Dedicaba momentos especiales a la devoción a María, que compartía con la comunidad en el rezo del Rosario en la parroquia y con peregrinaciones a Mariamabad, una ciudad a 80 kilómetros al noroeste de Lahore, a la que se llega en cinco horas en transporte público, para venerar a la Santísima Virgen. Los salesianos también le enseñaron que lo importante era no detenerse ante las adversidades personales, sino perseverar con humildad en el camino de la vida y de la fe, y afrontar con aún más entusiasmo la vida y el servicio al prójimo”.
El domingo 15 de marzo de 2015, mientras se celebraba la Santa Misa en la parroquia de San Juan, el grupo de jóvenes voluntarios de la guardia de seguridad, del que Akash Bashir formaba parte, vigilaba la entrada. Akash se dio cuenta de que una persona con explosivos bajo la ropa intentaba entrar en la iglesia. La contuvo, le habló e impidió que continuara, pero al darse cuenta de que no podía detenerla, la abrazó con fuerza, diciéndole: "Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia". Así pues, el joven y el terrorista suicida murieron juntos. Akash ofreció su vida, salvando la de cientos de personas, niños, niñas, madres, adolescentes y hombres adultos que en ese momento rezaban dentro de la iglesia.
“Akash tenía 20 años - señala el padre Cameroni -. Este hecho causó una profunda impresión. Su vida sencilla y normal es sin duda un ejemplo muy significativo e importante para los jóvenes cristianos de Lahore, de todo Pakistán y del mundo salesiano. Akash Bashir, antiguo alumno de Don Bosco de Pakistán, es un testimonio del Sistema Preventivo de Don Bosco, un ejemplo para los jóvenes y una bendición para las minorías religiosas. Su causa de beatificación es un signo de esperanza y un ejemplo de santidad juvenil hasta el martirio. Como el primer mártir, San Esteban, Akash murió contemplando el Cielo, testimoniando con su sacrificio unido al de Cristo Redentor, que la violencia es vencida por el amor, la muerte por la vida. Con su muerte, este joven servidor del Evangelio enseña que la gloria del Cielo, la gloria que dura toda la vida e incluso hasta la vida eterna, no es la de las riquezas y el poder, sino la del amor y la entrega. Akash, con el sacrificio de su joven vida, da testimonio de que con Jesús siempre se puede mirar hacia adelante”.
La muerte de Akash y su testimonio siguen ofreciendo a los cristianos de Pakistán, especialmente a los más jóvenes, un ejemplo luminoso, subraya el padre Cameroni: en la iglesia católica de St. John, incluso después del atentado y de la muerte de Akash, se celebran más de 800 bautizos al año, muchos jóvenes pakistaníes (entre ellos uno de los hermanos de Akash que se ha convertido en voluntario de seguridad) se han incorporado al servicio en las parroquias, han empezado a asistir a misa y valoran la vida y la familia. “Es un modelo luminoso para otros jóvenes y personas de otras religiones, una fuente de inspiración en el servicio a los demás y la ayuda desinteresada”.
(Agencia Fides 21/3/2023)